Discutimos llegada la quinta vez que no. “Cojamos -le grité- No sé cómo pedírtelo ya. No sé qué te pasa. No sé...no sé si te gusto. Cojamos fuerte como si mañana te chupara un huevo volver a verme”. Ahí hubo una pausa y él se dio vuelta apoyando (prácticamente golpeando) su cabeza contra el estante de los platos. Suspiró y no dijo nada por unos segundos. Yo me arrepentí de mi reacción. No era lo que quería decir, no me importaba tanto coger con él como poder coger con él pero hacer otra cosa, ver una película o lo que fuera. Ni siquiera soy tan sexual, si es que existe jactarse de.
Sabía que tenía que “consolarlo” o no darle importancia porque para los hombres no poder concretar es el mismísimo fin del mundo. Y lo habíamos vivido cinco veces ya. Cinco fines del mundo es mucho para cualquier pobre diablo. Cada noche sumaba una mancuerna de 10 kilos. Yo estaba angustiada y quise ocultarlo porque mi novio anterior siempre repetía que ojalá rompiera todo en vez de llorar, y son pavadas que una se acuerda cuando aparece alguien nuevo. Así que imposté enojo. “¿Te pensás que no quiero?” contestó sin mirarme. Giró, se acercó. “¿Te pensás que no me gustás? ¿De verdad pensás que no me gustás?” No, pero contesté “No sé”. Ahora estaba en jaque por ser idiota y vomitar una bronca que no tenía. Porque decenas de amigas me habían consignado abandonar, que la edad, que la diversión, que lo efímero, que “si no pasó por algo es”. A mí esta edad y toda su parafernalia me presionan. Siento el peso de tener que tomar hasta demostrarme todas las noches que sí, que tengo un límite; de dormir poco y con el eco de los parlantes de lugares inhabilitados, o de coger sin gustar. Odio coger sin gustar. Ahora gustaba sin coger.
La verdad, también esperaba que la bronca del momento desencadenara una situación de película en la que él me tirara arriba de la cama, me sacara todo con desenfreno nervioso y nos olvidáramos de esas cinco veces. No pasó. Nos calmamos y le pedí perdón por gritarle.
Él: Perdoname, me gustás mucho, pero no te puedo volver a ver.
Yo: ¿No podés o no querés?
Él: Ya no quiero seguir dándome la pera contra el piso. No sé qué me pasa con vos que me anulás. Quisiera saber explicarlo como vos que sabés hablar de cosas, como para que no te sientas ofendida porque es todo lo contrario. Me siento un pelotudo diciéndote esto. Un pelotudo en general, también. No sé, es como si al momento de cogerte sintiera que sos demasiado para mí o algo así y no puedo. Es una estupidez, tampoco sé si es eso exactamente. Pero quiero dejar de maquinarme porque me está quemando.
Yo: ¿Pero no puedo hacer nada para, no sé, para que sigamos viéndonos? A mí me gustás en serio.
Él: No, perdoname, de verdad. Ya hiciste un montón, te bancaste todo esto.
Yo: O sea que que yo quiera estar con vos no vale nada.
Él: Me encantás pero, esto debe sonar como la pelotudez más grande del mundo, pero me encantás de más. Me gustás tanto que me aplasta eso, no sé cómo ponerlo en palabras. Si me escucharan los pibes se cagarían de risa y después me fajarían.
Intenté convencerlo tres o cuatro líneas más y me fui. Durante todo el viaje a casa pensé en lo que me había dicho. No dudaba de cómo se sentía pero creo que hasta hubiese preferido que no quisiera estar conmigo porque no le gusto y ya. Eso lo entendía. Ya sabía lo que era sufrir la no reciprocidad. Un desastre, pero es el malo conocido.
Y no soy mucha mujer. Las muchas mujeres son auténticas y se las quiere sin pensar dos veces. Se las quiere no pudiendo creer lo que se tiene al lado. Mirando y agradeciendo a quién sabe qué deidad conocerla y que te diera cabida. No soy mucha mujer. Soy chica, además. Soy una chica que finge enojos porque le dijeron que es la reacción que hay que tener, que no puede darle el prefijo ‘ex’ a su novio anterior porque siente que lo trivializa así que lo llama novio anterior.
Estoy hecha de cáscaras, no soy mucha mujer.
Esperé unos días a ver si algo. Capaz se le pasaba. No quise contarles a mis amigas para que no me convirtieran en ‘la prima de la hermana de tal’ que intentó bajarse a un pibe cinco veces y a él no se le paró. No apareció. Empecé a pensar todo lo que no hay que pensar en estado de vulnerabilidad. Que siempre le gustó otra, que fue un verso para evitar decirme que no quería porque no quería, hasta que era puto. Busqué por todos lados evidencia de alguna de estas cosas, pero nada.
Sí me arrepentí del mes de preámbulo con sólo besos que quizás había puesto en ese ‘finalmente’ mucha expectativa. Nunca hay que hacer de la situación una sala de espera, hay que avisar que acá estamos y abrir la puerta. No hay peor que una sala de espera.
Cualquiera diría que es el mal menor. Que peor siempre es querer de a uno. Pero cualquiera no sabe la frustración que genera querer(se) y no poder. Preguntarse qué y cómo puede ser y buscar en lo que hay, porque hay, la puntita de algún ovillo.
Resolví jugar una última carta y, si no, saltaría ese charco y seguiría nomás. Le mandé un mail con todo lo que nunca le había contado ni mostrado ni nada.
“No sé bien si esto servirá o de qué, pero acá va:
-Tomo mate con edulcorante.
-Lloro si escucho ‘Ella también’ de Spinetta.
-Ir al chino juntos me pareció una citaoalgoasí hermosa, mejor que cualquier otra.
-No me olvidé de devolverte el buzo. No quise.
-Cuando llamo a mi mamá para ver cómo está, le digo al perro “¿Vamos a hablar con la abuela?” Ya sé que está todo mal con esto. Ya sé.
-Leí 50 Sombras de Grey. Me gustó.
-Todos los días durante dos minutitos pienso en una charla que tuve con mi abuelo a los 10 años porque me da muchísimo miedo olvidarme de su voz.
-Escucho los audios que te mando antes de que se manden. Cancelo algunos si no me gusta cómo sueno.
-Leo la última oración de cualquier libro antes de empezarlo. Así me cagué dos.
-De chica me gustaba cómo se paraban las que tenían los pies para adentro, como si las puntas se quisieran tocar, así que lo incorporé conscientemente y ahora no me puedo deschuecar.
-Creo en el amor para toda la vida.
-Imito muy bien al chabón de Mi Nombre es Sam, pero probablemente no te lo muestre nunca.
-No me gusta mucho hablar en inglés delante tuyo, cuando nombramos bandas o cantando, porque vos hablás mejor y me inhibe.
-Durante una semana me tomé taxi a tu casa, no bondi, porque no conocía el barrio y me daba cosa bajarme en cualquier lado.
-Voté a Lilita una vez.
Estas son algunas de las cosas que me hacen todo lo contrario a “demasiado”. Lo escribo un poco para vos y un poco para mí. Para aprender a relajarme y llevar esto como una campeona. Quiero verte, me gustás.
Besos.”
No respondió nunca más. La concha de su madre. Cómo no va a responder. La concha de su hermana, de todas las mujeres de su familia. La concha suya también. Esta vez, la sala de espera era involuntaria. Igual, no hay tiempos indicados en ningún lado. Pero son mails y los marcos temporales siempre supieron ser cortos y -como con todo- la costumbre hace que uno termine casado con esa idea.
No hay tiempos indicados, pero la concha de su madre.
A los ocho días, respondió. Su nombre y el (1) al lado fueron como un sedante, a quién le voy a mentir ya.
“-Me gusta mucho una chica y no me la puedo coger porque no se me para (x5)
-Quiero invitarla al chino y después a casa pero si a la mañana siguiente profana el mate con edulcorante voy a tener que rajarla y me da no sé qué.”
La punta del ovillo.
Hoy nos vemos.
Me sale comentarte con emoji de corazón ♥
ResponderEliminarTe reviso el blog seguido y cuando hay algo nuevo es como cuando él le responde a ella acá, me pongo feliz.
Muchas gracias! Ojalá siempre haya cosas nuevas, acá y en todos lados.
EliminarVos te complotas con las palabras para hacernos llorar a nosotros, tus tristes lectores. Apoyo eso!
ResponderEliminarHermoso hermoso hermoso
Este no era para llorar pero siempre celebro que así sea. Es un morbito, creo.
EliminarGraciaaas!
Me senti bastante identificado con el chabon, no fue exactamente asi pero sentia que me gustaba mas de lo que debia, muchas gracias por tus historias, te leo bastante seguido, segui asi genia!
ResponderEliminarEs raro y lindo a la vez gustar tanto tanto que a veces eso sea un obstáculo. Es una cagada en la primera lectura, pero después, raro y lindo a la vez.
EliminarGracias!
Quiero empezar diciéndote que me encantaron las palabras, increíble todo. Real, como decís vos. Tiene ese algo que hace que quieras leerlo millones de veces sabiendo que nunca te vas a cansar, me pasó lo mismo con "Toda la ternura del mundo" siempre que reviso tu blog vuelvo a esa historia y todavía no sé por qué.
ResponderEliminarMe quedo con esto: " Y no soy mucha mujer. Las muchas mujeres son auténticas y se las quiere sin pensar dos veces. Se las quiere no pudiendo creer lo que se tiene al lado. Mirando y agradeciendo a quién sabe qué deidad conocerla y que te diera cabida. No soy mucha mujer. Soy chica, además. Soy una chica que finge enojos porque le dijeron que es la reacción que hay que tener, que no puede darle el prefijo ‘ex’ a su novio anterior porque siente que lo trivializa así que lo llama novio anterior."
PD: Me gustaría poner la frase 'Estoy hecha de cáscaras, no soy mucha mujer.' en mi biografía de Twitter, con tu autorización por supuesto.
Obvio que podés, qué lindo.
EliminarNo los leas tanto que llegará el día en que te canses y yo qué hago entonces.
Beso!
Ese día nunca va a llegar, siempre encuentro razones para volver a leerlos. Beso!
EliminarQué lindo (lo) que escribís.
ResponderEliminar:) Muchas gracias.
Eliminarlo festeje saltando de la cama x poco! son esas cosas que te levantan un sábado que venís de una semana de derrotas.
ResponderEliminargracias!
jajaja los sábados en teoría levantar por ser sábados, pero me alegra haber sido el aliento que. Gracias! Beso.
EliminarEstoy maravillada con este. Posta. Qué lindo leerte!
ResponderEliminarMuchas gracias!
EliminarTengo tu blog en mis marcadores del celular y nunca me canso se leerte. Posta. Quiero que tengas esos cositos de las pelis para dejarte plata y que hagas un libro y recomendarselo a mil personas así todos saben lo lindo que es leerte.
ResponderEliminarEl año que viene voy a compilar gran parte de estos cuentitos en un libro. Stay tuned.
EliminarGracias :)
Voy a Penelopearla y sentarme acá a esperar que llegue la segunda parte de esta historia. <3
ResponderEliminarNo creo que escriba la segunda parte porque mirá si no se le para de nuevo, qué paja.
EliminarGracias, flor, te quiero.
No hay nada peor que sentir que "anulás" a alguien. Tremendo.
ResponderEliminarPasé por lo mismo y me sentía sola... Hasta hoy.
Me veo obligada a hablar desde el anonimato por razones obvias (no tengo tu valentía), pero gracias, en serio.
Hola! Esta historia es ficcional, por lo menos para mí. Pero son cosas que pasan, es recontra habitual así que ni anonimato ni orgullo de. Normalísimo.
EliminarGracias por leer, beso!
Lo leí una, dos, cuatro veces. Lloré la primera nada mas. En la cuarta sonreí y le escribí. Lo invité al un recital el Domingo, sin importar (tanto) su respuesta. Pero sentí que no era justo quedarme con las ganas de. No nos vimos. La concha de su madre. Igualmente, encontré la punta del ovillo (Aunque no fue la que hubiese elegido). Gracias por el empuje y por compartir!
ResponderEliminarEy! Este es uno de los mejores comentarios que me han dejado. Qué bueno que te animaste, no parece porque no salió pero vale una bocha porque es lo más difícil. Yo mandé un mail hace poquito que igual mucho no decía pero nunca me respondieron. Me hizo bien mandarlo, de todas formas.
EliminarBeso, la próxima te van a tocar el timbre seguro.
Capaz que porque estas hecha de cáscaras, es que sos mucha mujer.
ResponderEliminarMucha escritora, desde ya.
De nuevo, muy, muy bueno.
No creo, las cáscaras con algo así como las hormonas que le inyectan al pollo, pero nada que ver.
EliminarGracias, besos.
me encontre con esto de causalidad.... brillante...excelente...nunca dejes de escribir..
ResponderEliminar<3 <3 <3
Eliminarojalá que nunca.
Muy lindo! Me gustan los finales felices =P
ResponderEliminarGracias! No suelo escribir finales felices, pero este lo merecía.
EliminarNo soy muy elocuente, pero me gustó mucho :)
ResponderEliminarEscribís muy lindo.
Muchas gracias :)
EliminarLo leo y lo releo y no me canso de leerlo. Me toca vivirlo y es horrible el "querer(se) y no poder", prefiero mil veces querer de a uno, porque por lo menos no quedas atado esperando algo que sabes que es genial y te encanta y que es obvio que se va a dar pero no sabes cuando, ni cómo, ni bajo que pretexto. Me encanta todo lo que escribís! Tenes una nueva fan ❤
ResponderEliminarwoohoooo!
EliminarMuchas gracias. La verdad es que siempre la situación del vecino parece mejor que la propia, pero querer de a uno también es una mierda.
Te espero de vuelta, besos :)
Lo leí dos veces porque posta no logro entender el "demasiado"
ResponderEliminarpara mi el demasiado es llamarte unas 10 veces seguidas porque no atendes y me preocupa que estes bien. O no sé recordar cosas de la gente que ni la gente sabe que tiene... o el regalo que le compré a ella y dije "es una ridiculez" y le termine regalando a otra persona.
No existe el "me gustas demasiado" existe el "me das miedo", "me da miedo morirme de vos"... pero tranqui, no hay un "demasiado" cuando alguien te gusta... voy a decirlo y listo: pero que pelotudo!
El amor nos pone medio pelotudos. No es justificativo pero vale aclarar.
EliminarGracias :)
Con éste me enamoré de tu blog hace más de un año❤
ResponderEliminar<3
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