domingo, 30 de julio de 2017

Nada como morir

Hace una semana anoté que llegar tres horas antes a un aeropuerto quizá se parezca un poco a morir. A lo banal de morir. Pienso lo mismo de los videos de segundos en los que dos personas posan para una foto que nunca se dispara,
aunque he hecho esos videos mientras quería,
y queriendo y estando cerca casi nada o,
no,
no casi nada
pero poco se parece a morir.


Le veo las canas a Martha Argerich en una pantalla que está perpendicular a mí. Veo un tercio de pantalla que muestra su cabeza moviéndose a medida que se mueve el piano o a medida que se mueve el sonido si es que existe tal cosa
que sí,
que claro que existe,
que al contrario,
lo que no existe es el sonido quieto.


Silencio absoluto.
Eso también se parece un poco a morir.


Dije que no me quería morir sin ver a Martha al piano y me dijeron que ella se iba a morir antes que yo. Fue como una respuesta automática del sentido. Como un estaré fuera de la oficina del pensar.
Pero sí, eso.
Silencio absoluto.


La lucidez también se parece a una parte de morir. A la de las respuestas.


A veces desando mal algunas cuestiones y doblo en cualquier lado y por ejemplo Martha Argerich me hace acordar a Juan Forn.


Me gusta la equivalencia silencio ~ respeto.


“Ahh, Chaicoski” dice una señora y esto se burla más de mí que de ella porque no sé cómo se escribe y no lo voy a buscar.
Me gusta ver a la gente con los ojos cerrados porque puedo sentir que conectan. Yo no conecto con los pianos pero sí con los que conectan con los pianos. Me dan ganas escribir cosas lindas para dedicarles.
“Escuchá hijo, esa es Martha Argerich” le dice a Marcos su papá mientras le agarra las dos rodillas que le tapan las orejas. Marcos tiene mejor vista que casi todos los de la plaza. Hombros vip. Les pregunto si les puedo sacar una foto y me dicen que sí y cuando la saco me dicen que sí, de vuelta, (pero) que mientras no la publique sí. Así que acá iría Marcos a los hombros de su viejo pero va mi palabra que es la que dí. La hermana de Marcos no entiende por qué quiero sacarles una foto. Ella está con los pies en el piso y dijo que esto es buenísimo dos veces. Envidié un total que construí con poco.
(¿Cuánto tiene que tener un total?)


Llamar a los hijos por el vínculo significa algo. Ellos lo sabrían explicar mejor que yo.


Muchas señoras y señores llevaron reposeras que nunca pudieron desplegar.


Silencio absoluto.
Marcos aplaude.
A Martha le entregan un ramo de flores,
que también tiene algo de morir,
pero ahí estamos todos.

miércoles, 12 de julio de 2017

Hacé algo que es un boomerang

Todo se me vuelve obvio hoy con este disco de fondo. Pienso, por pensar, en que debería empezar a fumar. Que el cigarrillo seguro me queda bien, lo mismo el humo. La copa de vino, el cigarrillo, el jazz y el rush oscuro quedan mejor uno con otro o tengo que dejar de mirar series de época. Ni hablar la lluvia. La lluvia queda bien con todo. Escribí una carta que nunca nadie va a recibir. Le dije a lu qué tal viene tu día, te quiero mucho y ya sé que es el mejor mensaje que voy a haber mandado este año. Lo escribí mal.


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No, sí, me encanta tener balcón. Pero no lo uso. Me gusta mirar al perro mirando por el balcón. ¿Cuenta como uso? Yo estoy del lado de adentro con una manta y una serie que pauso masomenos tres veces por capítulo. Es pésima y tiene seis temporadas, la vida misma. La semana pasada pregunté a mí pero en voz alta y estando con otra persona si existe tal cosa como no saber ser feliz y si es “lo natural”. Odio la pesca conversacional. ¿Se entiende? Como si yo te dijera tal enfermedad es la segunda causa de muerte en nuestro país, o hay dos temas de los que no quiero hablar, y uno es este. (No tolero tensión en nada, por eso miro series de mierda). No pasó en esa charla, esa fue hermosa, no sonaba música ni la tele prendida, la luz a medias, la funda del sillón mal acomodada, las patas mías arriba las suyas abajo él mirando para adelante y yo mirándolo a él. También odio los boomerang. “Hacé algo que es un boomerang”. Y, mirá, si me fuera tan fácil hacer algo no lo desaprovecharía en un video de tres segundos. Viste que a veces escribo como si me estuviera duchando, un chico me dijo que es porque no le pongo mucho pensar a todo esto, sino que pinta y escribo. Él no sabe que mi problema es ese, que hay mucho pensar y poco de todo lo demás. Se me quemó algo del lado de adentro de un enchufe. Me solucionaría la vida que me lo arreglara el encargado y no sé cuánto darle porque viste que los encargados medio que arreglan a la gorra y yo no tengo idea si está desactivando una bomba o enderezando un cable, no sé si son cincuenta o trescientos pesos. A veces es lo mismo. Me da bronca que las bombas sean fáciles de desactivar porque implica que estamos dejando explotar bastantes. Tomá esta bomba, desactivala, hacé un boomerang. Casi nunca sé si explicar o dejar que las cosas sigan su curso y que sea uno distinto. Me doy manija con que si no lo saco de mí no hay forma de dar un volantazo, pero la verdad es que sí hay. Siempre hay. Y la otra verdad es que explicaría esperando mucho más que sólo sacarlo de mí. En la serie que estoy mirando un tipo le dice a otro que cuando te apuntan con una pistola tenés ciento sesenta y cuatro opciones que no son morir.


Quizá lo que quiero decir es que este disco me hace darme cuenta de cosas sobre las que nunca voy a hacer nada y quizás hacer nada sea justamente lo que tengo que hacer yo que estoy pasando por este momento yo que estoy dando mis primeros la psicóloga me dijo en audios de menos de un minuto porque sí trato de condensar las ideas pero también me gusta contar que uy mirá qué lindo ese perro se parece al mío pero más gordo; la naturalidad, quiero manejarme con naturalidad entonces pensar en pensar y pensar en fumar me aniquila los planes y ni te cuento pensar en escribir o en mandar una carta y qué asunto tendría. Los asuntos qué importancia tienen. Los asuntos van con o sin punto final.


Yo que amo con ganas y confusiones mientras escucho un disco y tantas pero tantas luces innecesariamente prendidas matando el momento, sentenciando de alguna forma que no fumo porque no me lo merezco.

Yo, mirando por el balcón pero con el balcón de por medio.