jueves, 21 de septiembre de 2017

Warnes

Ayer a la madrugada hubo otra batalla. Los truenos estallaron y el perro salió a ladrarles al balcón. Siempre lo mismo, el lomo se le eriza, empieza a respirar agitado y como respira agitado se le marcan todas las costillas, en las piernas se le marcan los músculos, los ojos miran al cielo, ladra y gira sobre sí, se atolondra, salta, se vuelve un poco gracioso, va de un lado del balcón al otro, que no quede baldosa sin pisar. A esta casa no le va a pasar nada, algo así debe pensar. Yo lo llamo desde la cama sin ganas de pararme pero pensando en los vecinos sin perro me lo traigo. Ni me mira, se queda sentado gruñendo por lo bajo. El temporal pasa y el perro descansa su sentido de alerta.


Creo que en Warnes se detuvo el tiempo. La gente habla por nextel y los mecánicos no tienen precios fijos sino que te lo dejan a tanto. Las ruedas levantan más polvo ahí que en otras calles.
-¿No te pasa que, a priori, que el tiempo se detenga parece algo bueno?
-No.
-Che me cansa preguntarme qué quiero decir con lo que digo.
Otro lugar en el que no pasa el tiempo es en los infomerciales. Hace años que para una Nancy o una Pamela todo es genial y sorprendente.
-¿Te imaginás que el tiempo es onda un maratonista que viene al palo, llega a Warnes y camina? A paso lento, como turisteando, ¿ubicás? Warnes en sepia, chabón. Va al kiosco y con veinticinco centavos se lleva cinco bazooka, dos de banana dos de menta y uno tutti frutti. Los chistes de adentro son juegos de palabras y el horóscopo en el margen dice que no hay apuro, que vas a llegar cuando tengas que llegar. Todo cierra para el tipo.


Hoy cuando bajé al perro seguía lloviendo. Odia mear cuando llueve. Le dije ‘sí, es terrible, acá llueve y en esa cuadra también y en la otra que vamos a hacer también’ porque, como dijo Paz, somos todos los mismos pelotudos viendo qué onda en un continuo que no tiene sentido, que lo buscamos en lo que hacemos y en otros pero que el sentido en realidad no llega y termina dándolo esa búsqueda. Con suerte.


Yo tuve, tengo. A veces pienso que no merezco la suerte que tengo. Mi vieja me quiso un montón, viajamos juntas en subte, no hubo mambos de plata, amigas amigos un buen primer amor un gran primer novio, desamores exacerbados por la edad, por las hormonas, porque en ese momento el dolor era lo único a atender y como todo lo único más vale que pese. Entonces a conciencia trato de ser buena piba, para ganarme esa suerte. Pero el recorrido me ensucia, prestarse atención a veces está mal. No por lo egocéntrico de la cuestión, eso aparte, pero a veces es piola ser irrespetuoso con uno porque si no después te comés el personaje y ojo con ese viaje.


Llega el maratonista a Warnes y Tres Arroyos, frena, está agitado, su shorcito tiene como picos para adentro en la parte de abajo, abajo de la cadera, donde termina el short, como que de repente sube, vértice, y vuelve a bajar y sigue el short. Un valle ahí, se usa supongo, o cómo es práctico no lo entiendo. Eso y un algo flúo, la marca es. Se agacha un poco y se toma las rodillas. Mira para arriba. Una señora pasa con sus hijos que salen de tae kwon do y un portero le hace seña de karateka al chico y el chico se la devuelve, le explica a la madre que es por lo que tiene puesto, como un código que comparten, le cuenta del significado del cinturón amarillo y hace así y asá trabando las palmas. La madre se interesa poco, está agotada y el pibe no para de hablar. El pibe lee todos los carteles: sssssscennnntrrrrrro de sussssspennnnsíonnnn y tttrrrrrrrennnnn deeeeelaaaaanteeeero. La lectura más quieta jamás lograda, si es que existe tal cosa.



El maratonista delante de un cartel de Pirelli para la foto y algo con la idea de arrancar. Una foto. Todo es una foto en Avenida Warnes porque tiene lo pintoresco del paso del tiempo + poca inversión en fachada. El desinterés (ese al menos) es atractivo.


Hay un mundo detrás de decir que alguien se dejó estar. ¿Dónde? ¿Se puede eso? Haber sabido.
La lluvia que no para (en realidad nada para). El perro quiere escaparse, no sabe a dónde. Supongo que se busca la soledad bien ponderada y todo lo demás sencillamente llega, pero no hay apuro.