Hay una parejita en el balcón charlando, cada uno con
un vaso en la mano. Ella se apoya en la baranda y usa pajita. Él, en
cambio, no consigue quedarse quieto y hace tragos largos de a ratitos,
coronándolos con cara de asco. Los miro desde el sillón.
Ella: Esto sos, un energizante con vodka. Pensémoslo
juntos.
Hagamos de cuenta que toda nuestra relación fue una
noche de borrachera, seguime.
Yo empecé poniéndome linda para enfrentarte, porque si
quedaba alguna foto, algún recuerdo, quería que me favoreciera. Salgo de mi
casa, pero de mi casa en el sentido que le damos cuando jugamos a la mancha. O sea, salgo de mi
lugar seguro y pido tomarte.
Te pruebo, te falta soluto. Te pruebo devuelta y estás
más dulce, mucho mejor.
¿Me seguís? Pasa el tiempo y me relajo con vos, me
pone contenta tenerte, hasta quiero más.
Se me acelera el corazón. Las pulsaciones se me van a
las nubes. Hace calor, ¿todos tendrán calor?
Te tomé el gustito y no supe decir basta. Ponías mi
mundo patas arriba, hay que saber cuándo parar.
De ahí en adelante me llevaste en picada, porque yo te
quería pero me hacías mal. Miraba alrededor y nadie estaba tan mareado como yo.
Quería poder y saber disfrutarte.
Me estás siguiendo, ¿no?
Tan inestable me sentía que empecé a pensar en no
tomar(te) nunca, nunca más. Y corazón, por dios, ¡Calmate!
Finalmente, una noche como ésta en un balcón como éste
y en una situación como ésta, devolví todo.
Él: Te seguí. Y, caminando por tu metáfora, ¿Vos te
pensás que yo quería que termine así? ¿Que te arrastré? ¿Que fue intencional?
Si querés probar otro trago lo entiendo, a ver qué te pasa con ese.
Pero quiero que sepas que, y ahora dejame compararte
con cualquier otra botella que hay por ahí, yo no paso fácil el alcohol. Me
cuesta, como dijiste, “tomarle el gustito”. Pero me hace(s) sentir bien.
Desde esa noche de borrachera, y hasta encontrarme en
un balcón como éste en una situación como ésta, que entiendo que el vodka no
puede resultarle rico a nadie en el primer sorbo. Lo tomamos más por los efectos que otra cosa.
Ya no quiero seguirte.
Él entra, apoya el vaso y agarra una cerveza. Veo
desde el sillón que una chica le ofrece abridor. Sonríe. Parece estar listo
para ver qué pasa con esta botella que
hay por ahí.
"Te tomé el gustito y no supe decir basta. Ponías mi mundo patas arriba, hay que saber cuándo parar.
ResponderEliminarDe ahí en adelante me llevaste en picada, porque yo te quería pero me hacías mal. Miraba alrededor y nadie estaba tan mareado como yo. Quería poder y saber disfrutarte.
Me estás siguiendo, ¿no?
Tan inestable me sentía que empecé a pensar en no tomar(te) nunca, nunca más. Y corazón, por dios, ¡Calmate!
Finalmente, una noche como ésta en un balcón como éste y en una situación como ésta, devolví todo.
Él: Te seguí. Y, caminando por tu metáfora, ¿Vos te pensás que yo quería que termine así? ¿Que te arrastré? ¿Que fue intencional? Si querés probar otro trago lo entiendo, a ver qué te pasa con ese."
Permitime exagerar, pero me tatuaria esto en la cara. Me gusta como escribís, muchísimo.
Permitime exagerar, pero te amo.
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