jueves, 5 de julio de 2012

Rojo, húmedo y de locos.

- Ey, ¿estás bien? Cómo dormiste chabón.
- ¿Eh? Sí, bien. No entiendo nada. ¿Vos sos yo?
- No, vos sos vos. Yo también, pero vos sos vos.
- ¿Y vos quién sos?
- Vos, boludo. Ya te lo dije. Me desperté para despertarte.
- ¿Dónde mierda estoy?


Y en eso me di cuenta que estoy acá encerrado. Me costó eh, ni idea tenía. Fue ella, es obvio. Sí, se cae de maduro. No sé qué habrá dicho o hecho. 
¿Qué mierda hago acá? Me meten en 4 paredes, como si eso limitara el espacio que hay en mi cabeza.
Como si cerrar los ojos no fuera un medio de transporte. Como si no fuera el mejor.


- Pará man, ¿Qué sos, puto?
- No, vos porque no tenés ojos.
- Pero veo a través tuyo, acordate que yo soy vos.

 
Pero ¿Qué me quiso decir metiéndome acá? Siempre me amó, no pasaba un día sin que me lo hiciera saber. 

Yo creo habérselo demostrado también, rompiendo cada silencio con besos. 
Por ahí pensé que lo sabía y no; pero bueno, no por ser humanos sabemos expresarnos. 
Nunca me había enamorado así, es peligroso. Mirame a mí, me dejó
 loco. Mirá dónde estoy ahora.
 

            - Señor, es hora de las pastillas.
            - Ah, dale. ¿Cuántas eran, me recordás?´
            - 3, las de siempre.
            - Ah, sí sí. Es que estoy medio desbolado hoy. 

 
 
Si me enamoré es su culpa, ella se acercó primero. Ahora,
hay que ser hija de puta eh, hacerme el cuentito y mandarme al loquero.  


- Creerle a una mujer es de pichón, de verde.
- Basta, dejame en paz. Decís muchas boludeces para ser yo.
- Yo no digo nada, sos vos hablando boludeces con vos mismo.
- ¿No hay salida acá? ¿Esa puerta?
- Jajaja, me hacés reir loco eh, te querés escapar de tus propios pensamientos. Sos tan común que das lástima.


No entiendo por qué las paredes son rojas, ni tampoco por qué la puerta late. Eso enloquece más a uno. Me olvidé de preguntar, ahora cuando vengan a chequear cómo estoy se los voy a decir.
 
Yo no estoy loco, ella cambió de parecer de la noche a la mañana, es claro. Las personas cambian cuando sienten que sufrieron lo suficiente, y de ese sufrimiento aprendieron.

Entonces me merezco esto, por lastimar a quien siempre dije amar.


- Ah se, te lo mereces por lastimarla, no por estar hablando solo, ¿no? Gil.
 

Quiero salir a pedirle perdón, Quiero abrir esta puerta titilante del orto y salir a amarla mejor que antes. No sé qué carajo hice pero yo sigo loco por ella.

¡Ahí está! Yo estoy loco por ella, me vuelve loco todo: su pelo, su olor, los ruidos que hace cuando se ríe, los que hace cuando llora, los que hace cuando acaba.
Extraño eso. 

 
Listo, ya está. Entendí todo. Ella nunca se sintió igual, si ella hubiera estado loca por mí me la cruzaría en estos pasillos, que se agrandan y se achican todo el tiempo no sé por qué.
Quiero salir y gritarle lo que se me ocurra en la cara. Me importa poco y nada que sufra y que por eso cambie, y me cambie. 

 
- Sos un panqueque. Vos estás más loco que yo. 

Necesito más pastillas para apagar el dolor. Y una ventana, necesito una ventana. Hay mucha humedad y el rojo me está mareando. 








Hay que estar loco para enamorarse, por eso cuando nos pasa el corazón se vuelve un manicomio.

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