Juan:
Hasta que un día, Novedad perdió su magia. Porque siempre resultó ser más de lo
mismo. Te sabés de memoria todos sus encantos, en los que caíste una y otra, y
otra vez. Y hay tanta gente sola y linda, que es casi absurdo perseguirla a ella.
Carlos:
¿Notaron alguna vez cómo la tentación es en realidad una oportunidad en
potencia? O cómo, a veces, todo termina en angustia. Estar solo es angustia. El
frío es angustia. Ser sordo es una paja, y es angustia. Y ella ahí, tan que
explota de alegría que la cagarías a trompadas. Pero te encanta. Porque
primero la magia, y después la pared.
Marina:
Creo que si muriera hoy, lo último que pensaría es en el chico que me gusta. Y
en las ganas que tengo de ir a contarle un montón de cosas. Que ya no me estoy
peleando tanto con mi mamá, por ejemplo. O que cuando me dijo eso, lo tuve que
googlear. Que fue mi segundo amor, también. Y que los segundos amores suceden
tanto gracias como a pesar de los primeros.
Juan:
Segundoenamorarse es saber disfrutar de estar descalzo, después de haber aprendido a
sacarse los zapatos.
Marina:
Me mudé de cama muchas veces buscando a Novedad. Pero sí, resultó ser más
de lo mismo. También, si me enterara que me estoy por morir, le dejaría un cuento
a cada persona que no sabe estar despierta de noche, tarde. La asociación
oscuridad-dormir es la más pobre de todas.
Carlos:
La indecisión es un lugar inhóspito, ¿vieron? Pero siempre estamos ahí. Yo, por
lo menos, vivo en un metro cuadrado de gris. El negro está a kilómetros, y el
blanco ni hablar. Prácticamente no me puedo mover, pero ya está, vivo acá. El
gris es mi monoambiente.
Marina:
No sé cómo me despediría del chico que me gusta. Seguro dormiría atada a él hasta
pensar que el corazón ya no me late, que ya me da igual sentir cómo se le infla
y desinfla el pecho en mi espalda. Hasta que el frío me invada.
Juan:
Y ese frío se convierta en angustia y la angustia en muerte.
Carlos:
Hay que aprender, a veces, a bancarse el papel de la rama más endeble del árbol
robusto. Y si lo llevás con gracia, el mundo es tuyo.
Marina:
Tu vida es tan únicamente tuya, Carlos. Y no sé si envidio eso o me das
lástima. Tu vida es una aventura en la soledad más intensa, pero tan íntimamente
tuya.
Juan:
“Únicamente”
Marina:
¿Qué?
Juan:
Primero dijiste “únicamente” y despúes “íntimamente”.
Carlos:
Nunca aprendí a nadar, porque sino no me habría quedado otra que tirarme y
tratar de acercarme a la costa, a cualquiera, a la blanca o la negra. Y el viento,
el verdadero, no esta mariconeada de café de microcentro, me hizo el favor de
llevarse mis ganas a otro lado. Es que la mejor manera de dominar mis
sentimientos en este gris, es no sentir.
Marina:
¿Será cierto eso de la sucesión de imágenes de toda tu vida cuando te estás por
morir? A mí me gustaría verme recién levantada. Y abrazando. Sí, abrazando con
los ojos cerrados y los labios en su cuello. Capaz que sólo sentís un zumbido,
que después se vuelve un hormigueo y después, finalmente, "la luz".
Juan:
Yo creo que ves toda tu vida con las correcciones que le harías marcadas en
rojo. Una cruz en la cara de Novedad1, 2, 3 y 8, por ejemplo.
Carlos:
Nada es tan malo. Pero respirar suspiros desgasta, y eso es lo que hace
Novedad. Mientras por su garganta, bajándole hasta la concha, la pija, o lo
que sea, corre la necesidad de que la magia no deje de ser magia para ser
pared.
Juan:
Novedad es siempre el tronco del árbol, ¿entonces?
Carlos:
Claro. Porque viento, y rama. Y fragilidad.
Marina:
Ya no estás gris pero se te nota muy cansado. Se ve que volar no es fácil.
Carlos: No es cansansio. Es angustia.
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