Papá me compra una caja gigante de nerds surtidos de un tamaño que nunca había visto con una cantidad de pelotitas ácidas que parece infinita.
No lo es.
Me la termino en una tarde y al par de horas vomito de todos colores.
Mamá me reta. Uno supondría que es porque cómo no me va a caer mal bajarme todo eso de una, todo ese rectángulo de cartón que parece haber sido fermentado con transgénicos. La razón es otra. Mamá disfruta, aunque sea un poquito, de retarme porque hice algo mal producto de un regalo de mi papá. También le da miedo que tenga obesidad infantil. No lo dice, ni sé si lo sabe, pero le pasa.
Sus amigas están todas estiradas. La misma boca. La misma puta boca tienen Carina, Graciela, Beatriz Salomón, Moria Casán, la mamá de Francisco que no me acuerdo cómo se llama, la que me dice siempre que cuándo voy a ir a su casa a merendar y todo el resto de mujeres muy conscientes de que ver es ser visto.
Encima es época de brillo labial.
A la semana llega a casa la primera computadora. “2 gigas” dice el muchacho. Nos muestra un par de cosas. Mamá se va y nos lo delega a Roxi y a mí. Chequeo una vez por día cómo está el disco y lo desfragmento. Azul y fucsia que después (antes, en realidad) fue magenta. No me pregunto qué estoy haciendo. Desfragmentar es una manera de limpiar y limpiar siempre está bien. Mamá vuelve y me dice que le cuente a papá que ya tenemos computadora. Le cuento. Me lo festeja. Queda ahí.
Buscaminas, buscaminas, buscaminas, carta blanca, solitario, buscaminas.
Al colegio voy con la cajita de protector bucal colgando porque quiero usar aparatos pero no necesito. Qué asco de feliz tenés que ser para anhelar un defecto, ¿no? Pero pasa por otro lado. En clase todos tienen aparatos y yo no. Yo tengo anteojos. Ahí te das cuenta de que el mundo es muy forro con los tiempos de las modas. Después, de que también con todo lo demás.
Pasan dos sábados y vamos con mis hermanas a ver a Chiquititas al teatro. A la salida perseguimos la combi que lleva a los actores y gritamos cosas. Bah, gritan cosas, yo sólo miro y después digo que fui parte.
(Fui parte, igual).
(Fui parte, igual).
El colo canta sobre una chica en Cebollitas. Dice “me volví loco con sus…”
Pausa.
Somos muy borregos. Escuchar pija o concha o teta para nosotros es derribar un muro y pintar todos los demás con el signo de anarquía. “Teta” es la revolución. Es la única bandera. Nuestro punk. Nuestra denuncia viva. Tetas decí tetas colo decí tetas dale liberanos decí tetas tetas tetas tetas colo decí tetas.
Pausa.
Somos muy borregos. Escuchar pija o concha o teta para nosotros es derribar un muro y pintar todos los demás con el signo de anarquía. “Teta” es la revolución. Es la única bandera. Nuestro punk. Nuestra denuncia viva. Tetas decí tetas colo decí tetas dale liberanos decí tetas tetas tetas tetas colo decí tetas.
“...trenzas”.
Otra batalla perdida.
Otra batalla perdida.
Internet es maravilloso por este lado y un caldo de cultivo de pedófilos por aquel. Nos metemos con Roxi a una sala de chat de UOL Sinectis. Mi nick (o el suyo) es “nenita dulce1”. Hablamos con El Oso. No me acuerdo de qué. Todo era surreal. Yo tipeaba como si cada tecla me acercara al espacio exterior o algo así, como si el tiempo se doblara y El Oso y yo estuviéramos en el mismo lugar pero no pero ¿qué es estar en un lugar? No sé, tengo 8 años, no puedo responder sobre agujeros negros.
Menos en una sala de chat.
Con El Oso.
Lo único interesante y hasta tangible de la cuestión era levantar el teléfono y escuchar la conexión. Soy hija de divorcio, para mí no hay nada más honestamente cruel que poder escuchar una conexión.
Menos en una sala de chat.
Con El Oso.
Lo único interesante y hasta tangible de la cuestión era levantar el teléfono y escuchar la conexión. Soy hija de divorcio, para mí no hay nada más honestamente cruel que poder escuchar una conexión.
No hay nada más honestamente cruel que poder escuchar una conexión.
Otra razón, secundaria pero importante, por la que Fibertel es una mierda.
Otra razón, secundaria pero importante, por la que Fibertel es una mierda.
Te amo, Julieta. Siento que te amo muchísimo en este momento. Destrabaste algo, -*no sé muy bien qué-, que flotaba reprimido, no sé bien dónde, pero eso y ahí por años.
ResponderEliminarHace mucho no lloraba, mucho menos (que sería más) antes del tercer mate. Y siento que está muy bien. Había olvidado que esa salinidad hace arder las comisuras de los ojos. Me gusta. Es como la materialización de aquello invisible e incontrolado que está saliendo.
Vos sos la materialización de algo sí o sí invisible e incontrolado. La fuente de donde venís nos es totalmente ajena y desconocida, a ella mil gracias. A vos decirte algo que te quepa sería una empresa inutil. Que te amo, nada más. Y que gracias, siempre.
*sé muy bien qué.
Muchísimas gracias, este es un comentario que pretendo aprenderme de memoria. No este. Ese. Este sólo pretende que la secuencia deje entrever la importancia. Hechos, no palabras, etc, etc.
EliminarSaldría a la calle a pegar carteles para que la gente nunca se olvide de leerte. Cuando hablo de tus cuentos o me acuerdo cosas que dijiste en los podcast siempre le agrego 'diría Juli'. Hablo mucho de vos y te pienso bastante, me da un poco de vergüenza decirlo. No quiero que pienses que estoy loca.
ResponderEliminarAprovecho para preguntarte por la charla de amor en Creative Morning, leí que se graba.
Ay qué lindo esto! Perdón que colgué en responder, lo tenía como leído y si no los marco me olvido. La charla va a salir pero probablemente en un par de meses, no sé decirte cuándo.
EliminarMuchas gracias por el aguante y el amor :)