Día 238, hora 21. Te extraño, qué vergüenza. Trato de cambiar nuestra rutina, de no hacer lo que hacíamos juntos. De ver las noticias, que a vos no te gustaba porque salías de casa con miedo. Me acuerdo de cuando nos peleamos porque yo te dije, bueno, quizá no te dije sino que te grité, que vos vivías con miedo porque habías crecido teniendo qué perder. Te quedaste mirándome, muda, y respondiste con calma que te rompía muchísimo las pelotas cuando me hacía el pibe de barrio, el curtido. Fuiste para el cuarto y te escribí “Preferiría tu sonrisa a toda la verdad”. Muy goma y claro que no funcionó, pero buen, es Fito, qué sé yo. Pasó el tiempo, lo supimos desarmar y nos reímos. No sé si te acordarás, para mí fue importante. Eso de poder reírnos de la pelea, digo.
García casi no asoma la cabeza fuera del lavadero, ya no duerme conmigo en la cama tampoco. Está grande. Tenías razón, me hace bien, me hace compañía. Siempre me mira mientras tomo mate, una vez lo encontré arriba de la mesa chupando la bombilla. Le saqué una foto. Tengo el mail en borradores pendiente a mandar. Te.
Vi que te pusiste de novia. De verdad que me alegro por vos. Yo te quiero bien, creo. Sanamente. Quiero que seas feliz así no sea conmigo.
Brasil, ¿no? Creo haber visto carteles en portugués en las fotos. Estás quemadita, linda. ¿Te trata bien? ¿Te deja dormir del lado de la puerta como te gusta? “No es que me guste, es que me levanto muchas veces a hacer pis y del otro lado es molesto” Sí, me acuerdo de estas pavadas. De a ratos me pregunto si fue su acumulación la que nos llevó a separarnos. Porque no pasó nada puntual. Quizá te desenamoraste y todo bien. Digo, no hay mal que dure cien años. Ni siquiera el amor.
Hablé con pocos de esto, la mayoría me dice que no sos vos lo que extraño sino estar con alguien, la vida de pareja, llegar y recibir un beso, esas cosas. Pero yo te extraño a vos, de eso estoy seguro. Tampoco sé si podría estar con alguien más. Yo no soy muy cariñoso ni demostrativo ni nada. Me da un poco de bronca lo que me dicen, es como una respuesta segura, es la respuesta que me daría el sentido común. Que no te extraño a vos sino a todas las situaciones que vos integrabas. Vos circunstancial, la situación protagonista. Para mí no. Yo no quiero estar con otra chica. No me interesa subir fotos del viaje con mi nueva pareja (sin ofender). Tampoco quiero volver con vos, eh. Por favor no me malinterpretes. García y yo estamos bárbaro juntos. Miramos series e ignora lo que le digo. Una novia, bah.
Te extraño y ya es vergonzoso que no se me haya pasado y no sé si el tiempo lo potencia o lo atenúa. Tampoco entiendo si “puedo” escribirte. No me voy a hacer el que tuve ganas y listo, Enviar. Lo pensé muchísimo. Lo sigo pensando. Como a vos.
Por suerte, ya pasé esa etapa de no asumir la tristeza inmensa que me generaba sentir que fracasamos. Porque para esa no hay consuelo. De verdad, no hay. Es muy difícil darle una mano a quien, de todas formas, ni ganas de “no puedo, pero gracias” tiene. Te recordaba del otro lado de la avenida, cuando me buscabas por el trabajo, con la sonrisa tímida y la impaciencia frente a un semáforo que pintaba eterno.
Aparentar estar bien cuando por dentro una bola efervescente de angustia arrasa con cada célula viva desgasta. Mucho. Hasta que negar ya no funciona. Y ahí, bueno, la bronca. Tengo que confesarte que te putié hasta el hartazgo, desempolvé las historias en las que peor quedabas y, habiendo perdido la cuenta de cuántos litros de vino, se las conté a todos mis amigos. Supongo que esto te molestará. Te pido disculpas aunque de mucho no sirven. Igual, fue la etapa más liberadora. Era como tu yoga pero sin gastar tanta plata.
Mi intención tampoco es pelearnos. Vamos, somos grandes. Vos te estás cogiendo a otro y hemos hecho muchas boludeces de las que hoy nos podemos reír sin que nada esté en juego.
Durante la depresión, raramente, dejé de fumar. Engordé. Perdí la capacidad de dormir profundo. Me dejé la barba. Salí con varias chicas. Meh. Lloré poco pero pensé de más. Pensé mal. Pensé escenarios que en frío jamás hubiera querido pero en ese momento me seducían. Nosotros dos casados, prolijos, acostados en la galería de un jardín escuchando música. Después sacudí la cabeza y lo vi a García haciendo afuera de las piedritas. La realidad, por más real que fuera, estaba bien. Está. Yo encajo en la realidad. Solo o con vos, la realidad está más hecha a mi medida que las fantasías de parejas que se ríen y se hamacan mientras se hace alguna carne o pollo para la noche. En la realidad, nosotros pedimos pizza los domingos y vemos el concurso de la isla.
Ahora estoy viendo qué onda esto de la aceptación. Admito, bah, acepto que pasó bastante tiempo y que te extraño. Acepto que me da vergüenza. También que sos la mujer con la que me gustaría compartir todas mis situaciones. Pero cuento con que, como pasó con tu amor y mi tristeza sin consuelo, voy a dejar de pensarte en algún momento. Porque, ya ves, no hay mal que dure cien años.
Te quiero. Bien. Creo.
Enviar.
no creo que la quieras bien, pero bueno si te sirve como catarsis está bien, creo :)
ResponderEliminarjajaja, soy nena. Es ficción. A veces se quiere como se puede.
EliminarVine a decirte q sigas escribiendo. Empujón. Abrazo. Gracias. Saludos.
ResponderEliminarSon los comentarios que más gustan y sirven. Por lo menos a mí. Gracias.
EliminarOjalá escribas toda la vida <3
ResponderEliminarOjalá! Muchas gracias :)
EliminarTerrible, creo que este es el que más me gustó (aparte de dejar algunas lágrimas). Sos increíble.
ResponderEliminarAgostina
Muchísimas gracias! Este me gusta mucho a mí también.
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