viernes, 11 de diciembre de 2015

Todas las noches sin vos

Te desvisto todas las noches. Te voy a envolver en una toalla cuando escucho que cerrás la ducha, te seco despacio como con golpecitos muy cortos, te ponés una remera grande que no es mía, es tuya de un viaje de hace mucho con tu familia; eso y una calza. Cocinamos y comemos y después te desvisto aunque no vaya a pasar nada porque sin sentir muy cerca el calor en aumento de tu cuerpo me es imposible dormir.


Pienso y escribo esto justamente vencido por el insomnio de no tenerte al lado y la culpa de que con su piel ya no me pase nada. A veces hasta llego a odiarte, aprieto los dientes y te mando a la concha de tu madre, por turra, por cruzarte y no seguir de largo. La mayoría de las noches me duermo antes, cuando estoy queriendo subirte al manubrio de la bici y pedalear hasta que ya no me den las piernas.


En menos de cuatro horas sale el sol y va a empezar otro día, y yo voy a tener que atravesarlo con el estigma de ser un boludo que no se la juega, excusándome con que no la quiero lastimar, que hay mucha historia como para desecharla de un momento a otro. Cosas que son ciertas, pero me alejan cada vez más de vos. De todas las noches con vos.


¿Sabías que cuando me imagino dándote un beso se me desordenan los órganos? Quiero bailar juntos en un casamiento. Cada vez que leo tu nombre se me sonríe la boca. Te lo juro, es casi un reflejo condicionado. Cuando me cortan la luz aprieto el interruptor igual y cuando pasa tu nombre sonrío aunque no seas vos. Les sonreí a decenas de Melinas porque estás en todas las putas partes del mundo. Este párrafo es de ideas sueltas que se me vienen cada dos por tres. En el kilómetro 24 de la ruta a Campana hay una gigantografía de una chica que tiene el pelo como el tuyo pero más peinado. A mí me gusta tu pelo sin peinar, igual. Todo me gusta.


Lara se mueve y no quiero que me pregunte de vuelta por qué no puedo dormir. Es una y otra y otra mentira y no se merece mi distancia. Ella es buena conmigo, es muy buena. No tiene rollo con nada. Nada. A veces necesito que nos ponga en jaque para probar si la sigo queriendo. Me hace sentir una mierda y al mismo tiempo sé que soy el único que puede salir de acá, es un puto paso al otro lado y sigo despierto pensando en qué si me caigo.


Arriesgo tanto y gano tanto más, pero el miedo.


Hay una letra de León que dice “Pensarte es este consuelo donde falta el tacto, el pulso, el tiempo, el sueño, el pacto y todo lo demás”. Todo esto va a quedar en un borrador, pero ese tema seguro te lo pase.


No quiero lastimarte, no quiero saber que estás muy triste. Mucho menos que es por mí. Tampoco quiero pasar otra noche sin quemarme con tu espalda cuando te abrazo para irnos a dormir. Ni otra noche sin dormir. Ni todas las noches sin vos.

martes, 24 de noviembre de 2015

¿Estás mejor sin mí?

Me mudo y ya no vas a saber dónde vivo. No vas a poder venir a buscarme si un día te cae la ficha de que querés estar conmigo. Ya sé que igual podés escribirme, llamarme y todo lo demás pero no es lo mismo. No vas a ver mi cara cuando me digas que entendiste que tenemos que estar juntos porque nos llevamos bien, nos queremos bien, cogemos bien, charlamos lindo. Yo esa cara ya me la aprendí porque pensé un montón de veces en vos volviendo y diciendo que por favor te deje darme un beso aunque sea en el cachete.


Hace un par de tardes hice una lista mental de lo que pienso que no te gusta de mí. Empieza por pantorrillas pero está tachado porque más abajo puse 'que te subestime con algunas cosas’. También sé que no te gustaba que te boludeara delante de mis amigos, ni mi postura.

Puedo prometerte cambiar todo esto si me pedís mi nueva dirección. Sería una reina por vos, o una boluda que no sabe comer y se mancha entera; incluso alternaría. Como bien pero puedo deshacerlo. No sé, es una estupidez todo esto pero es lo que se me viene a la cabeza cuando trato de arrancar la idea de que ya no te tengo y no venís a buscarme tampoco. Ni querés. No sé si querés. Me desespera saber que vamos a estar más lejos y vos ni enterado. Yo voy a sentir esas 15, 16 cuadras todos los días.

Pedime mi dirección y te hago de comer algo rico la noche que quieras, me quedo pensando en equipos del pasado al lado tuyo, me duermo en tu pecho cuando estés trabajando y voy con el perro a verte jugar todos los domingos.
Pedime y así ves mi cara cuando baje y te conceda un beso aunque sea en el cachete.

Tengo miedo de buscarte yo y darme cuenta de que llegué tarde. Como siempre. Eso está en la lista encima.

Me duele que haya tantas cosas tuyas, no nuestras, tuyas, que nunca voy a olvidar porque conozco con una precisión casi psicótica todo lo que me gusta de vos. Que te rascás al costado del ojo cuando contás algo que te da vergüenza, que mirás para abajo cuando te reís en público, que si te desperezás parado se te pone la piel de gallina. Tantas otras que no sé. ¿Decías 'el' o 'la' blackberry? ¿Qué pensás de los Día del tal cosa? ¿Dónde acentuás Carrefour? 

¿A vos también te avisó Facebook que hace dos años somos amigos?

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Decime qué se siente


Abre facebook y la ve en una foto con un pibe. Otro pibe, claro que otro pibe. Está ella haciendo una cara graciosa y él tirado en su falda sonriendo. El epígrafe es “Gracias Boca, como novia te lo digo”.


Se quiere morir. Acá se aclara que en sentido figurado, supongo.



Imagina que ven una película abrazados, que de noche, después de comer, pasean al perro mientras se fuman ese cigarrillo de después de comer; que ella se despierta antes y le bate café. Le da bronca que también sea de Boca. No le interesa tener nada en común con este otro pibe. Se pregunta si odiará a los hinchas de la selección como él, que prefiere que Boca salga campeón una vez a ganar tres mundiales. Y ese cantito imbécil de Brasil, decime qué se siente. BRASIL, un equipo que se cansó de cogernos, ¿¡papá de quién!?

Todas cosas en las que no quiere pensar pero tampoco hace mucho para evitarlo.

La vida de Augusto, verás, no lleva buen ritmo. Un intento malogrado de chispa tuvo lugar cuando en el subte pasó un chico pidiendo plata con la camiseta que leía ‘Román’ en su espalda. Le sacó una foto porque había sonreído, y quizá le serviría recordarlo. Desafortunadamente, Augusto olvida varias cosas. Entre ellas, que olvida.

Qué presión la de ser joven y tener el mundo a merced de uno. La felicidad inmediata casi servida y la puerta al éxito con un cartel luminoso que sólo ven los que todavía no soplaron cuarenta velitas. Pensó esto y después lo invadió una culpa ruidosa que detectó rápido: el síndrome de Hay-Chicos-En-África. Así llama Augusto a esa sensación de que está mal sentirse mal teniendo techo, comida, trabajo, familia y amigos. Está triste pero no es Román, que se pasea por los vagones pidiendo ayuda para sobrevivir o para que el viejo no lo faje por no traer un mango, algo que en realidad nunca vio pero sí escuchó decir que pasa seguido.

En un salto temporal de los que ayudan a contar cosas poco interesantes, llega al trabajo, ignora las medialunas que el cumpleañero de la oficina de al lado había dejado, prende la computadora, trabaja, trabaja, trabaja, mira el celular, baja a comprar una tarta de brócoli o un sandwich de pollo con algo, come, trabaja, se sube al subte y después ya en casa se entra a bañar.

Esto se sucedió durante varias semanas. En el medio la conoció a Lorena que tenía un lunar en la cara parecido al de Julieta Cardinali pero, claro, sin serlo. Ahí descubrió Augusto la importancia del contexto. Salieron 3 meses en los que se sintió el mejor cogedor del país porque ella gritaba mucho y decía -exageraba- ese tipo de cosas. Después empezó a verlo como algo forzado y se incomodó. No encajaban más allá de acostarse una o dos veces por semana, y ahí descubrió Augusto que coger es importante, pero querer todavía más. Después, en esa misma línea, salió un par de veces con Florencia. Lo calentaba que tuviera un arito en la lengua porque era algo que por su pito nunca había pasado. Amorosa Florencia, gauchita y te quiero presentar a mi vieja en la medida justa. De hecho, la conoció, pero por un error de cálculo entre la salida de ella un sábado a la mañana y la llegada de su mamá que venía a traerle macetas. Adiviná si hasta el día de hoy le sigue preguntando qué fue de esa chica bonita que estaba con él.

Ahí descubrió Augusto que eventualmente, como su madre y todos los demás, sería ladrillo de algún estereotipo.

Al tiempo se enamora y se vuelve un pelotudo. El problema se llama Valeria. Decime si no es el nombre con piel más suave que se te pueda ocurrir, Valeria. Menudita, morocha, bien blanca, con anteojos y dientes más bien grandes. Un año mayor, dato que, entre pelotudos como él, da chapa.

El jueves a Augusto le cae la ficha de que se dicen de tal forma y se asusta. No significa nada, pero se asusta. Los días siguientes se pone raro, no habla mucho. Valeria le preguntó qué le pasaba y él, como todos los varones, dijo que nada. Porque los varones evitan ir al choque y así hacen de cualquier temblor un terremoto.

No eran los apodos lo que lo inquietaban, era todo lo construido alrededor, pero funcionan como sinécdoque.

Las crisis, piensa Augusto, se sufren más por lo indefinido de su conclusión que por el problema que las convoca. Seguramente lo anota, él anota para retener. Valeria le pidió un tiempo que supuso se entendía hacía las veces de corte, porque qué difícil ser tan tajante al plantearlo. Con algunos vaivenes, ese tiempo se prorrogó hasta ahora.

Algo así, como una crónica o intento de, me escribiste cuando empezamos a salir. Vi que fuiste tan boludo como para que se te escapara un like (o tan boludo como para ponerlo y sacarlo inmediatamente a propósito) y se me dio por mandarte esto. No porque con Juancho esté mal ni mucho menos, pero en nuestro último intercambio elegí no responderte y, como hacés apariciones esporádicas, pensé en que por ahí servía este mail para cerrar de una vez por todas. Yo sentí mucho destrato de tu parte, me descuidaste, de un día para el otro piraste y sentiste presiones que yo no te ponía. Te sofocaste y te perdiste vos solo, y como yo estaba al lado tuyo quedé varada también. Aún con todo lo que dolió, tengo un hermoso recuerdo tuyo. Nuestro. Pero no es/sos lo que quiero para mí. Aprovechá para conocerte, Augusto. Andá a la cancha el domingo y al trabajo difónico el lunes, cociná otras cosas además de wok, bajate Tinder, cambiá los muebles de lugar, probá el tereré, salí a correr los domingos que te levantás temprano, pasá una tarde con tus sobrinos. Andá a un after nefasto con los del laburo. Conocete que sos un re pibe.

Te deseo lo mejor, posta.
No me respondas, yo estoy de novia y tampoco queda nada que hablar.

Besos,
Valeria (por cierto, siempre me gustó que me llamaras ‘problema’; qué terrible).

PS: Me permití autohalagos, espero que te los tomes con humor porque después del tratamiento para granos que me tuvo la piel leprosa semanas, medio que me los debía.

jueves, 29 de octubre de 2015

Me enamoré en año de elecciones

-Me enamoré en año de elecciones, ¿podés creer?
-Sí, sos vos, ¿qué tiene que ver el año?
-Callate, infeliz, estoy que no me aguanto el amor.
-A ver.
-’No sos vos, son tus estados de facebook’ fue lo primero que le dije.
-...
-Te juro, boludo, eso. No sé a quién se le ocurrió esa estupidez de tirar un palito y que sea halago, pero qué fucking genio. Después, cuando conté la historia por el grupo de Whatsapp, esa parte la omití.
-¿Por?
-No sé, fiaca que se hiciera joda crónica en todas las reuniones.
-No sos vos, son tus amigas medio pelotudas.
-No me gusta que digas eso, te lo remarqué mil veces. ¿Me vas a dejar contarte o tengo que aguantar mucha más estupidez de tu parte?
-Contame, contame.
-Bueno, nos preguntamos qué hacíamos en particular y en general. Los dos escuchábamos música pero mentira, yo miraba Intratables. El resto, él trabaja en una consultora y yo, bueno, lo que hago yo. No te voy a mentir, me daba terrible paja que me preguntara a quién voté. Nada polémico, el voto de omisión de culpa, Margarita, pero igual, qué paja.
Y mirá si era de La Cámpora y me hablaba de las privatizaciones y de volver a los 90 y me mandaba entrevistas que le hicieron a Macri hace 20 años. Cabeceo con esas cosas, boludo. A vos te lo puedo decir. Mirá si, peor, si era macrista. Nada por suerte, él votó a Margarita y cortó con Kicillof. No me lo dijo pero en una de las giladas que postea lo decía. Bah, que lo iba a hacer. Bah, ahora no me acuerdo. Me preguntó si le daba, eso sí.
-¿A Margarita? Qué pibe raro.
- ¿Raro como vos? A Kicillof, pero estás en pillo hoy. La verdad es que cero pero no quería dar asexuada ni, no sé, reprimida, así que le dije "es petiso, pero un toque sí". Ahí me tiró una metáfora tipo 'vuelta y vuelta' pero otra que no entendí y saqué por contexto.
-Yo le doy a Kici.
-Tiene tus dos debilidades. Jopo y pito.
-BUENO, EH.
-Sigo, por algo que dije de las vacaciones me contó una situación con la ex. Igual a mí no me molesta hablar de exes. Ni de propios ni de ajenos. Buen, no sé qué me hago la de la abultada lista de novios, uno y medio, ponele.
-¿Y la otra mitad? Si es una analogía con que fuiste cornuda, banco a morir y pienso robármela.
-Seguramente fui cornuda de algún salidor. Este no fue novio del todo, no conoció a mis viejos y esas cosas, sólo estuvimos mucho tiempo.
-Siempre me pregunté qué era lo que hacía cruzar la línea a novios. Todos dicen la cena familiar, para mí es dormir juntos la siesta.
-Igual creo que él flashea que tengo re levante. Que mil chabones se hacen el bocho conmAY, QUÉ LINDA LA SIESTA DE A DOS.
-O capaz quiere que pienses eso, así te sentís y hacés la linda estando con él. O lo piensa, no sé.
-Yo tampoco sé, pero buen. Un poco me gusta. Que maquine. Él, un montón. Cuestión, que pim que pam, me invitó a un evento. No sé si me lo mandó A MI o mandó a rolete.
-¿Evento de qué?
-"Amor sí-Macri no" se llama. Ni idea, algo hippie.
-¿¡QUÉ!? Matías ha abandonado la conversación.
-Te estoy jodiendo, tarado. ¿Te imaginás? Igual, qué me hago. Por el chabón que me gusta hago maratón de velorios.
-¿No te estarás manijeando un poquito de más? Digo, 4 días...
-Ya sé que sólo 4 días. Pero queda un mes de evitar hablar de las elecciones. Un mes de sacarnos tema por fuera del tema que está en todos lados. Perdón pero ES UN RE DESAFÍO.
-Buena, Indiana Jones de la conversación. ¿A dónde van a ir entonces? ¿Qué evento? ¿Una feria de comida en la que todo salga medio sueldo?
-No, a la presentación del libro de un amigo en un centro cultural. Sí, es pibito centro cultural, pero me re cabe.
-A mí tambiBUENO, SE ENTENDIÓ QUE ME GUSTAN LOS VARONES.
-Ya se te va a pasar. Tomate un quraplus.
-¿Te pasa a buscar? ¿Dónde vive? ¿Tiene auto? ¿Un hermano mayor? ¿Pararé algún día de hacer preguntas?
-No sé responderte nada de eso. Bah, sí, nos encontramos ahí. Me dijo que iba a estar de zapatillas verdes así que me la voy a pasar mirando el piso cuando llegue, la gente va a flashear que perdí las llaves. Na, tengo tatuada su cara en la córnea. Te juro. Imagino que me despierto y está él tocando la guitarra en el living. Tiene remera blanca y bermudas y yo un buzo suyo. Ni idea el clima, a quién le importa.
-¿Edad de este chabón que está tocando la guitarra en la casa que no tienen juntos?
-TODAVÍA. Toca la guitarra y es pibito centro cultural. No, sé, pero ¿veintimuchos? Ahora es cuando sirven los estereotipos.
-Invitame a un asado cuando bajes este tablero de Pinterest a la realidad, eh.
-Bueno, eso, y yo le dije que iba a ser la chica que esté a la espera de recibir flores. Ah, porque anteayer le conté que me gusta que me regalen flores. Que ya sabía que era medio 2-siglos-ago, pero que no me importaba.
Todo este manojo de amor y ganas casi sin mencionar las elecciones, ¿podés creer?
-Decile que Margaritas y cagá todo.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Lo mejor que te pasó en la vida

Entonces yo me di cuenta de que lo que más me gustaba de vos, más que tu sonrisa, tu picardía o incluso tu forma de besar, eran los dos huesos salidos para afuera y curvos al costado del final de tu panza. Dos canoas chiquitas que apuntan a tu pito que, igual, estaba cubierto por un short de algún club europeo. Pero ahi nomás, a punto de. A punto.

Me levanté y fui a poner agua para el mate, vos agarraste el celular, te reíste, yo pregunté qué pasaba pero no escuchaste o por lo menos no contestaste. O no escuché yo. Preparé una bandeja con tostadas cortadas en diagonal, en triangulitos; queso y mermelada. Y el mate. Desayunamos y charlamos sobre la pizzería de la noche anterior. Me dijiste que qué poca pizza de barrio tenía porque sugerí que un cachito de aceite le sobraba. Digo, chorreaba por todos lados, se veía en la bandeja, eso no puede ser parte del encanto de la pizza. Mi papá me enseñó que la muzzarella es lo más importante, me lo dijo en Angelin que, bueno, también sirve pizzas excesivamente aceitosas. Me agarraste la cara, me diste un beso, me miraste y me volviste a besar. No dijiste nada.

Era el momento de decir algo pero no dijiste nada.

 

 Te fuiste a ensayar y le conté a Esteban lo que había pasado, qué tal estábamos, cómo venía yo. Me dijo que desacelerara porque los hombres funcionan distinto y no creía que vos estuvieras tan hasta las manos. Detesto cuando alguien dice que los hombres no se enamoran. Siento ganas de tener el porte como para salir a destrozarles el corazón a millones de tipos. Uno detrás de otro. Todos sufriendo mi partida, mi desinterés, mi otro rollo.

Todos se enamoran, Esteban, todos necesitamos un abrazo a tiempo, reciprocidad, algo dicho en el momento idóneo para decir algo.

No se lo dije pero me encanta que me agarres la cara para darme besos.

Fueron tres semanas y media las que le dieron a Esteban la razón. Como siempre, no dijiste nada. No te excusaste con no sentirte listo, ni explicaste que no querías una relación formal, ni confesaste estar enganchadísimo con otra chica. Nada, te fuiste deshaciendo como esos videos de ilusiones ópticas en los que hay que mirar un puntito por 30 segundos y después la pared, y durante un rato se ve la figura que estaba alrededor del puntito ahí pintada, pero después desaparece aunque uno queda con sensación rara, de mareo o de dolor de cabeza y, cada tanto, con algún pestañeo, vuelve a aparecer. Exactamente así.

¿A quién le hablás cuando estás conectado si no es a mí? ¿Me viste escribir y borrar alguna vez? ¿Me cruzaste en la esquina de tu primaria de vuelta? ¿Me pensás? ¿Qué estás haciendo si no mirás mis fotos?

Necesito dejar de pensar en función de lo que hacés o dejás de hacer. Dejar de hacer en función de lo que creo que pensás. Dejar de dar vuelta oraciones en busca de algún sentido alternativo, también.

O puedo ser lo peor que te pasó en la vida. La mujer más importante, la que dejaste pasar. Voy a estar en todos lados. Vas a verme en cualquier chica que te sepa a incompleta, vas a sentirme cerca cada vez que alguien te ofrezca un mate dulce, que te mire y le preguntes qué pasa y te diga que nada. Te vas a encontrar conmigo cada noche que se corte la luz y no tengas más que una vela. Una puta vela. Voy a grabar discos y escribir libros. Voy a ser tapa de Playboy y te vas a querer morir. Me voy a coger a todos los tipos que alguna vez me dijiste que te parecían unos boludos. Sí, una y otra vez, y a los que detestás.

Esteban va a decirme que desacelere pero esta vez va a ser distinto. Esta vez no me para nadie. Ni los pibes que no se me enamoran ni los que sí pero yo no me siento lista, o no quiero una relación formal, o estoy hasta las manos con otro.

Voy a encontrar los huesos de tu panza en cualquiera y poco a poco vas a dejar de ser especial. Vas a desaparecer de la pared y de cualquier abrir y cerrar de ojos.

Voy a ser lo peor que te pasó en la vida. Tus amigos te van a gastar todos los partidos. Te van a mostrar mis fotos y te van a hacer comentarios sobre lo que dije en esa nota. Te van a preguntar qué se te cruzó por la cabeza para darme de baja.

Voy a ser tu mujer más importante, la que dejaste pasar.

Voy a seguir haciendo por y para vos, y vos vas a quedarte ahí, sin decir nada.

Si nunca dijiste nada.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Estemos solos juntos


No escuchamos la misma música ni leemos a los mismos autores. Vivís solo y yo con mis viejos. Te gusta andar en bici y yo voy a todos lados a pata o en bondi. A mí se me hizo costumbre el rodete y vos siempre decís que las mujeres deberían usar el pelo suelto, que es más sexy. En realidad yo no escucho música y vos leés poco y nada.

Siempre quiero que estemos solos juntos, vos haciendo tus cosas y yo las mías pero juntos. Vos decís que no usemos mal el tiempo que no nos podemos dedicar, o algo así. Que mejor vernos después.

Veámonos todo el tiempo, todo, se use como se use. Si sos tan lindo vos.

Yo creo en el amor para toda la vida y vos decís que para toda la vida sólo es eso, toda la vida.

A mí me divierten las premiaciones yankis y vos tele no tenés hace ya un par de años. Yo cocino muy salado. Vos le tirás más sal.

Vos podés evitar mirarme cuando me paseo en bombacha y en cambio yo, si estás sin remera, te tatúo en mi retina.

No sé de cine ni vos de moda.

Sos más lindo en la vida real y yo salgo bien en las fotos.

Prestame atención cuando me paseo en bombacha.

No me gusta dormir sola y a vos te da igual. Preferís conmigo, decís, pero te da igual.

Vos porque nunca dormiste con vos. Así cualquiera.

Hace un rato me preguntaron por qué me gustás tanto y no supe contestar. Pero vos igual acordate de mí siempre que pase alguna de estas cosas que no tenemos en común.


(Yo voy a estar acá, queriendo pasar tiempo solos y juntos).

domingo, 6 de septiembre de 2015

Hacerse la película

Esta es la mañana cuarenta y tres que me despierto sin vos. En varias películas vi a personajes anotar cosas en cuadernos sencillos que parecen caros, tomar café solo y solos y casi siempre contra la ventana de un restaurant de esos en los que la camarera se pasea en delantal, con una cafetera y rellena tazas. Esos no existen acá, ¿no? Miran gente pasar y a ver si alguna (no) les hace acordar a ese otro personaje que hoy sos vos.


Me compré un block y una bolsa de 500 grs. Qué sé yo.


Más tarde voy a la psicóloga que me va a preguntar si hice algo para despejarme y yo le voy a decir que sí pero que igual te extraño y quiero verte. Sospecho que estás con una chica pero no se lo voy a contar porque me va a preguntar a raíz de qué y le voy a tener que confesar que entro todos los días a todos tus perfiles y miro todas las cosas. Después le voy a contar a mis amigas que sospecho que estás con una chica y también que se lo oculté a la psicóloga y que, muy didáctica ella, me dijo que para la semana que viene llevara un papel con todo lo que me gustaría decirte, pero.


Me va a insistir con que por algo no funcionamos y debo supurar y seguir. Supurar y seguir. Supurar y seguir. Yo le voy a voy a responder que no soy un grano.


Odio a mi psicóloga. En un tiempo voy a dejar.


Abro el block y escribo como si me estuvieran filmando. Procuro ser prolija y escribir mucho, no importa qué, o sí, pero la cámara no lo toma. Al final escribo poco menos de cuarenta hojas que, para la película, cada una se corresponderá con una mañana en la que desperté y no estabas. Pero nada que ver. Escribo sobre querer tocarte y abrazarte por detrás mientras estás en la computadora. Sobre tus pies enredándose con los míos para calentarlos casi todas las noches. Trato de pensar en por qué no nos damos otra oportunidad y me bloqueo porque, como dijo la psicóloga, tengo que dejar pasar tiempo para acordarme también de todo lo que me lastimaba. "El tiempo hace lo suyo" y yo tengo que hacer lo mío. Escribo sobre eso también.


A la semana siguiente cumplo con su consigna y le llevo una hoja oficio hecha bollito que sólo dice “Ya no quiero llorar por vos".


Eventualmente empiezo a salir con un chico que tiene novia. Creo que puedo hacer que la deje por mí. Me da mucha bola en pocos momentos. Me distrae de vos, el otro personaje del que raramente ahora poco se habla y se sabe. Me gusta sentirlo preocupado por la disyuntiva del triángulo pero en el fondo sé que es de los chicos que disfrutan de eso más de lo que se preocupan y que probablemente no sea tanto un triángulo sino más bien un hexágono. Me siento gustada, igual.


Al final no la deja. A mí sí.


Casi inmediatamente, pongámosle que por la calle paseando a nuestros perros, conozco a Leo. Es tan lindo que ya estoy sufriendo a cuenta para cuando me diga que lo nuestro no va a ningún lado. Suelo hacer eso, es mi manera de llegar en forma a ser ex. Cogemos bien y me saca fotos desnuda. Voy a varias reuniones con sus amigos, estoy cómoda. Un día se aparece con una bolsita de maíz, un vino y un paquete de gomitas azucaradas. Me dice de ver esa serie de lesbianas en la cárcel, que mucha gente se la recomendó.


A los 9 minutos del piloto me agarra un ataque de ansiedad y necesito que se vaya. No sé cómo decírselo y no quiero que esto arruine todo lo lindo que tenemos pero no puedo soportar la situación. No quiero que se vaya. Bah, sí, pero no para siempre. Pero indefinidamente. Tengo tantos peros encima que resuelvo tirarles la copa de vino y entrar a la ducha. Lloro. Siempre lloro en la ducha. Leo abre la puerta y corre la cortina. Viene a cogerme y se encuentra con que soy todo el desastre que tanto había trabajado para ocultarle.


Qué momento del orto. Yo desnuda y llorando. Él desnudo y no entendiendo. La ducha. La tele. El pochoclo que deja de explotar y se va a pegar a la olla pero no puedo pensar en ni hacer nada por eso ahora.


Me envuelve en una toalla y no me pregunta nada después del primer "¿qué pasa?" que no contesto. Sabe de vos y deduce que tenés algo que ver.


Nos tomamos un café cada uno, me calmo. Se acaba la bolsa. Voy a cambiarme y a arreglarme un poco la cara.


Leo agarra el block y lee todo esto. Lee cada cosa que pasó. La psicóloga, su perro, mis fotos suyas, tus fotos mías. Esta palabra. Ésta. Ésta también. Se enoja, entra al cuarto. Me lo muestra, lo tira en la cama y se va. Bueno, lee que va a hacer todo eso y se va. En el medio desespera pero es(t)o ya no lo lee.


Ya hay cuarenta y tres hojas escritas.

En las películas, los personajes siempre vuelven. Tengo mucho que leerte, ¿dónde estás?

viernes, 28 de agosto de 2015

Típico de todas las cosas

"Mi psicóloga me dijo y yo le dije a mi psicóloga". Así empieza o vira a la mayoría de sus conversaciones últimamente.


Pablo se ha vuelto cada vez más dependiente, en general y de algo que (ya) no tiene. Recae en el aire mismo y entonces casi siempre cae. Todo cae. Es obvio pero lo escuchó hace poco en una canción. Tampoco genera nada nuevo, cosa de tener un punto de apoyo por más ínfimo que sea. No lo intriga el cambio. No lo entusiasma conocer. Cae o se mantiene incómodo.


Afinó su ojo para diagnosticar problemas y pormenores ajenos. Da buenos consejos. Alienta a animarse porque dice que de animarse nunca nadie se murió. No brinda como ejemplo la experiencia personal más allá de su terapia y eso casi siempre gusta. De la palabra de los que han vivido todo se descree fácil y rápido.


En su oficina casi todos se detestan entre sí. Hay dos que se sientan en diagonal y escuchan la misma radio. No intercambian ni un 'hola' pero, con los auriculares puestos, se ríen al mismo tiempo de los mismos chistes.


Se acerca Alejandra y le dice que cuando esté listo tiene alguien para presentarle. Él sonríe, saca la taza del dispenser y se va. Por el pasillo lo saluda Ricardo que está discutiendo con el chico nuevo. Le pregunta cómo se llamaba el primer baterista de Def Leppard. No sabe, hace el gestito universal de no saber y sigue de largo.


Hace días que, cada vez que no sabe algo, se siente tranquilo. Perdió toda curiosidad y sed de conocimiento. Lo reconforta no saber.


Va a la psicóloga, decía, y la semana pasada se pasó a diván. Antes de contar algo suele excusarse con "vas a pensar que estoy loco", "por ahí te parezco un pelotudo", y cosas del estilo. También se anticipa a la respuesta de la profesional y dice "ya sé que". A veces con un pero, a veces no. La psicóloga le dice que no se acostumbre a este Pablo, que es circunstancial y que lo está encarando de la mejor manera.


Eso último no lo convence, no lo llena, no lo nada.


En los últimos 10 días se le rompió el teclado, le explotó una birome en el bolso y se cortó la luz durante una de sus presentaciones. Típico de todas las cosas, fallar. También tolera el maltrato de su jefe, un bigotudo que cree que las mujeres todavía lo miran y habla todo el tiempo de plata, con cada vez menos temple.


La líbido es algo que supo conocer y manipular pero hoy dejó en un depósito. No le gusta hablar de eso. No le alcanzan los eufemismos para referirse a masturbarse, mucho menos a coger. Él le dice a su psicóloga y su psicóloga le dice. Y así, alquilando 100 minutos por semana ese refugio, se mantiene e intentar no caer.


Ayer se paró en el medio del living y pensó en ella. La cara lo delataba, estaba pensando en ella. Aunque no hubiera nadie ahí para acusarlo de eso o zamarrearlo, u otra técnica descartable de esas que vienen probando sus amigos; un grupo de pobres tipos con más dificultades para asomar sentimientos que cualquier ítem del pasillo de congelados, estaba pensando en ella. La diferencia con todos los otros momentos del día en los que piensa en ella, o sea con todos los otros momentos del día, es que sabía que había que dar el primer paso horrible hacia la -hoy- virtualmente infinita superación.


Sacó sus fotos de la heladera y hay un nido de cables alrededor. Mucho pero mucho polvo. Es grande el living, piensa. Más de lo que aparentaba lleno de sus cosas.


La extraña con partes del cuerpo que no sabía que tenía. Con esa tristeza que ya se volvió típica de todos los días. De todas las cosas. Repasa los rincones y se larga a llorar desconsoladamente. Agradece estar solo casi por primera vez. Ayer se llevaron los muebles. Mañana se va él, que alquiló un dos ambientes en Boedo. Hoy va a ser un día difícil.


Recibió muchos mensajes aunque relativamente pocos llamados. Lo agradece también. Varios le dicen que tiene que entender que la vida sigue. Pablo piensa que ese es el problema. La vida sigue y ese es el problema.


Nadie te va a salvar, Pablo. Principalmente porque seguís cavando. No querés estar mejor porque, igual, todo cae. No sos el primer mortal que debe atravesar una separación, mucho menos el primero en sufrir por amor. Necesitás un Pablo que te aconseje. Seguro hay, buscá, que estamos todos rotos como vos, y los problemas del resto, en este caso vos, nos parecen pavadas, como a vos.


Abajo del edificio de la psicóloga se encontró con una chica que iba al 4to 03, al dentista. Demoraron en bajar a abrirles a los dos. Ella prendió un cigarrillo y le ofreció. Pablo no fuma. Aceptó. Ella comenta que no debería fumar antes del blanqueamiento. Él dice que está por entrar a la psicóloga así que fumar es, en todo caso, otro desatino del montón. Ni el más importante ni el más despreciable. Igual es mentira, pero.



Lucía se llama la chica. Pablo se ríe de algunas boludeces y todo parece ir a plano general de ellos dos sentados ahí en el escalón del edificio rodeados de barrio, charlando entre sonrisas, coqueteando. Debería haber una música de fondo que insinuara el principio de algo lindo y así todos nos olvidamos de que alguien tiene que bajar a abrir. Pero Pablo, sin plena consciencia de ello, va a dejar pasar esta oportunidad por no sentirse preparado. Por pensarse nocivo o algo así. Por no exponerse también.


Lucía y Pablo no se van a ver nunca más. Pablo no le va a hablar de ella a la psicóloga. Quizás se toque pensando en que están juntos y la recuerde más de cinco o seis veces.


Pablo está mal, un poco porque está mal y otro poco porque cree que estar mal es lo que, en su situación, está bien. Y entonces a Lucía la va a dejar pasar.


Lucía y Pablo se gustaron pero no se van a ver nunca más. Porque hacernos creer que y decepcionar es típico de todas las cosas.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Ayer cogí con un chico

Ayer cogí con un chico que hizo lo mismo que hacías vos. Me agarró el pelo y con sus manos lo sostuvo como en una colita alta, me miró y me dijo que soy muy linda. Hundí mi cara entera en la almohada que lindaba con su cuello y seguí sin responder. Intenté que no se diera cuenta de que estaba a punto de llorar. Igual no lloré.


En su casa hay un perchero de Reservoir Dogs y le dice “fiaca” al puff. Horrible. Nadie de nuestra edad le dice así. Igual es un poco más grande. Tampoco viene al caso. Tiene palitos aromatizantes pero platos sucios. Bah, no sé si siempre tiene platos sucios. Ayer sí.


Después charlamos. No le gustan los perros. Me tuve que hacer la que no me importa tanto. Pero me desarma. Ya no nos vamos a mudar juntos, pensé. Después posé (con) muchas otras cosas para no morir mientras me tocaba la espalda como lo hacías vos. Muy despacio, con uno o dos dedos, sólo en sentido vertical.


Hoy le conté a un amigo y me dijo "me estás hablando de Nacho". También me dijo que tenía que recalibrar la brújula y empezar a buscar "pibes de un rubro que pague impuesto a las ganancias".


Él no cocina.
A sus papás no les va a gustar que yo esté toda tatuada.
Dice que no entiende a los gays porque las mujeres somos lo más hermoso del mundo.
Tiene un amigo gay que le contesta que es medio pelotudo.

Cuando vemos una película, me gusta mirarlo mirar la tele.
Cuando lo nota, en vez de darle un beso, muero de vergüenza.


No sé si lo de los mimos en la espalda lo hacen todos los chicos. Capaz que sí. Ahora escribo sobre un chico pero estoy pensando en vos.


Igual con él me cuidé mucho. Me medí mucho.

El punto es que le quiero dar la mejor versión de mí a otra persona, así que te pido que me pongas en una caja la primera mitad del año pasado bien envuelta y se la dejes al encargado.

Yo cuando llego la subo.



miércoles, 5 de agosto de 2015

Metrovías informa

Estoy cerca de tu casa. El subte me deja a cuatro cuadras. Tengo que hacer tiempo porque voy a comer a lo de una amiga. Pero recién a las nueve y media. Ya sé que a esa hora tenés fútbol y por lo general salís a las nueve. Igual nos queda un ratito para que vaya y vernos. Pasa que hoy justo estoy fea.

Tengo el pelo un poco grasoso y me puse estos pantalones que se estiran en los primeros tres pasitos y ahora me quedan todos caídos y parece que no tengo culo casi y encima estoy en ese momento horrible de la depilación en el que los pelos son como cientos de astillitas y además me salté todo el esmalte y tengo las manos impresentables y seguro llegue con un olor apestoso a línea B y vos estés recién salido de la ducha y ay, qué lindo sos con el pelo mojado.

Ayer tampoco me pasé la gillette por las axilas y no es que tengo una mini porra en cada una pero quizás se vea como una sombra o mancha negra y hoy me levantó el fumigador aparte así que estoy despierta desde las siete menos cuarto y con la misma ropa y la misma bombacha, todo. Tengo dos canoas por ojeras.

Además no es una linda bombacha. 
No es de las de coger.

Capaz que también estás en la tuya leyendo o viendo tele o laburando con algo y yo te mando un mensaje y quedo densa o molesta o invasora o, peor, estás con otra chica que igual re podés estar no es que estoy flasheando ni compromiso ni exclusividad pero sería cualquiera que yo te cayera aunque en realidad podés no contestarme y ya o contestarme más tarde pasa que yo estoy cerca de tu casa y tengo re ganas de verte bajar a abrirme en short de fútbol o en lo que tengas puesto o lo que no.

Uh. Me pasé de la estación. ¿Vuelvo?


lunes, 27 de julio de 2015

Alquilo monoambiente



Alquilé un monoambiente en Caballito para llevar todo lo que pienso que hacés las horas que no mirás el celular. Te escribo desde acá, desde estos casi cincuenta metros cuadrados, mientras acomodo mis ideas desmedidas sobre vos.

Está lleno de trolas corriendo en remeras cortitas y hay una chica que me dijo que sale con vos. La miro de arriba a abajo. Tiene puesta tu camisa roja. Es hermosa. Contesta sin hablar a mi pregunta de que qué preferiría, que estuvieras con una más fea o más linda que yo. Siempre pensé que más linda porque la fea probablemente tendría algún otro plus mucho más encantador que la simple belleza. Pero no. Quiero la fea. Quiero que estés con una fea. No me importa si es brillante o lentísima en tanto sea fea. Ni volviendo a nacer me alcanza el tiempo para poder tener el cuerpo de la chica con la que estás saliendo.

Se me ocurre poner flores sobre la mesa para que todo sea un poco más cálido pero están tus libros y guías del viaje de septiembre a Tailandia. La chica con la que estás saliendo agarra uno, se sienta en el piso y lo abre como retomando la lectura. 


Miro el celular y siento un poco de ganas de llorar. Sigo pensando y trato de poner cada cosa en su lugar.

Los chicos de fútbol gritan mucho y ensucian todo. Ven pasar a la chica con la que estás saliendo y me pregunto si de mí también decían esas cosas. Tu pila de trabajo atrasado está en un rincón y la miro de a ratos, cuando me tranquilizo. La cocina está limpia y vacía. El resto, lleno de pelos rubios.

Me traje muchas botellas de fernet. Ninguna sin abrir, ninguna vacía. Todas casi por la mitad. De a ratos hay olor a porro y por momentos a limpio, a vos recién bañado.

Las chicas caminan descalzas y me pongo de mal humor porque qué confianzudas.

Llegan tus viejos que hicieron de almuerzo tu plato favorito y acá ya no cabe un alfiler.

Hay un montón de cajas re pesadas y vos que no llegás.
Que no estás.
Que no venís.

Tengo que dormir para anular este contrato infernal. 

Ya.
A partir de mañana, dejo de esperarte.

jueves, 23 de julio de 2015

Un superhéroe

No fui tu príncipe azul.
Perdoname.
Estoy a destiempo igual, ya sé.
De todo. De cualquier cosa.


¿Puedo ser tu héroe?
Quiero salvarte de algo.
Que nos debamos la vida
y nos olvidemos instantáneamente.
Nos la entreguemos sin pensar.


Puedo ser tu superhéroe.


Llevarte volando hasta algún puesto de flores.
Hacernos invisibles y molestar a tu jefe.
Leerte la mente.
Saber que todavía me querés.
Que odiás quererme.
Que la puta madre.


Hacer que llueva cuando nos vamos a dormir.
Que salga el sol cuando andás en bici.


Parar todos los relojes en la tarde que nos conocimos.
Quedarnos ahí hasta que anochezca.
Y resetear mil veces.


Llegar a tiempo.


Pero, de poder elegir
si me dieras la opción,
si ese superpoder de mí dependiera,
yo sería El Hombre Elástico.


Porque si tuviera el poder de estirar mucho,
mucho mis brazos
infinitamente
Lo usaría para armar una red con palabras.
Una que dijera
al final de la calle
en mayúsculas
y con mi reloj por ahí metido
que no te vayas.



Eso.
"No te vayas".