Te desvisto todas las noches. Te voy a envolver en una toalla cuando escucho que cerrás la ducha, te seco despacio como con golpecitos muy cortos, te ponés una remera grande que no es mía, es tuya de un viaje de hace mucho con tu familia; eso y una calza. Cocinamos y comemos y después te desvisto aunque no vaya a pasar nada porque sin sentir muy cerca el calor en aumento de tu cuerpo me es imposible dormir.
Pienso y escribo esto justamente vencido por el insomnio de no tenerte al lado y la culpa de que con su piel ya no me pase nada. A veces hasta llego a odiarte, aprieto los dientes y te mando a la concha de tu madre, por turra, por cruzarte y no seguir de largo. La mayoría de las noches me duermo antes, cuando estoy queriendo subirte al manubrio de la bici y pedalear hasta que ya no me den las piernas.
En menos de cuatro horas sale el sol y va a empezar otro día, y yo voy a tener que atravesarlo con el estigma de ser un boludo que no se la juega, excusándome con que no la quiero lastimar, que hay mucha historia como para desecharla de un momento a otro. Cosas que son ciertas, pero me alejan cada vez más de vos. De todas las noches con vos.
¿Sabías que cuando me imagino dándote un beso se me desordenan los órganos? Quiero bailar juntos en un casamiento. Cada vez que leo tu nombre se me sonríe la boca. Te lo juro, es casi un reflejo condicionado. Cuando me cortan la luz aprieto el interruptor igual y cuando pasa tu nombre sonrío aunque no seas vos. Les sonreí a decenas de Melinas porque estás en todas las putas partes del mundo. Este párrafo es de ideas sueltas que se me vienen cada dos por tres. En el kilómetro 24 de la ruta a Campana hay una gigantografía de una chica que tiene el pelo como el tuyo pero más peinado. A mí me gusta tu pelo sin peinar, igual. Todo me gusta.
Lara se mueve y no quiero que me pregunte de vuelta por qué no puedo dormir. Es una y otra y otra mentira y no se merece mi distancia. Ella es buena conmigo, es muy buena. No tiene rollo con nada. Nada. A veces necesito que nos ponga en jaque para probar si la sigo queriendo. Me hace sentir una mierda y al mismo tiempo sé que soy el único que puede salir de acá, es un puto paso al otro lado y sigo despierto pensando en qué si me caigo.
Arriesgo tanto y gano tanto más, pero el miedo.
Hay una letra de León que dice “Pensarte es este consuelo donde falta el tacto, el pulso, el tiempo, el sueño, el pacto y todo lo demás”. Todo esto va a quedar en un borrador, pero ese tema seguro te lo pase.
No quiero lastimarte, no quiero saber que estás muy triste. Mucho menos que es por mí. Tampoco quiero pasar otra noche sin quemarme con tu espalda cuando te abrazo para irnos a dormir. Ni otra noche sin dormir. Ni todas las noches sin vos.