martes, 9 de junio de 2015

Documento1

Un día en la caja de objetos perdidos



Siempre lo mismo. Titila el cursor sobre un documento en blanco que con cada caracter cobra esperanza de ser obra maestra. Esa que abre las aguas y de repente una da entrevistas, agradece a desconocidos, se siente observada en el subte y tiene muchos pretendientes. Escribo esto para ganar tiempo y para que el tiempo pase; y al releerlo me doy cuenta de que, o el pan, o la torta.


Escribo desde la caja de objetos perdidos.



Hay olor, humedad, y está lleno de personas que murmuran cosas en otro idioma que no entiendo ni tienen que ver conmigo pero quiero escuchar igual. Algunos se quejan del frío y otros del calor, ya no saben cuántos cafés tomaron o litros de agua calentaron. Nos advertimos y nada más que eso, nos advertimos.


Dice Pessoa “Cansa ser, duele sentir, pensar destruye”.


Acá nadie me mira como vos, con esa expresión de tener enfrente eternas buenas noticias. Las madres buscan comida y abrigos, los chicos juegos, los adolescentes no saben bien qué; los grandes, respuestas. Porno buscan los adolescentes, Julieta. Porno. Yo, mientras tanto, pienso que lo mismo da, que igual ya no puedo hacer nada de lo que me gusta; ni robarle las macitas del cortado a mi papá, ni jugar con mi sobrina a las muñecas, ni meterme en la cama de mi mamá si tengo una pesadilla. Ni siquiera escribirte puedo.


Pasa un desconocido y apoya su mano en mi hombro. “Amamos antes, vamos a volver a amar” dice. Me aferro a ese consuelo como si fuera la última llamita del fogón que no hice pero aproveché. Te imagino, con tu agenda abultada, tus ganas de todo y la pregunta qué fue de nosotros que no te querés hacer, explicándome que estoy desangelada. Yo ni me gasto en contestar, en cambio miro tu frente con forma de corazón y me acuerdo de cuando me dijiste que conocías toda la Argentina gracias a Ferro; y yo me reí y lo anoté en algún papelito que ya perdí.


Me siento con Malena, una chica de 17, a charlar. Termino diciéndole que ojalá de grandes podamos contarles a nuestros hijos que, cuando teníamos su edad, la gente moría por un cáncer. Malena llora y yo me desarmo porque ver a mujeres tristes me resulta terrible. Además, Malena es hermosa y todavía inocente.


Recorro cada metro cuadrado. El piso hace ruido cuando piso y yo no encuentro forma de que esta oración no muera en una redundancia. Pienso en vos todo el tiempo. Por suerte, eso no tiene ni necesita pompas enaltecedoras para sonar lindo.


Y qué si no salgo de acá. Si sigo esnifando tu remera como si quedara entre los tejidos alguna partícula de lo que fuimos para reír o llorar o tocarme; si en el intento de censurar todo lo que lleva tu etiqueta me quedo sólo con dos comidas, tres canciones y algún que otro bar.


A Malena le hablé de vos. Ella sabe de amor porque ahora el amor es cultura emergente, es esa banda under que vio en un sucucho de mala muerte y le voló la cabeza. Todos queremos darle voz y que sea tapa de nuestra revista de poca tirada. Sabe de amor porque es hija de su época, como todos. Porque cree que ya le rompieron el corazón, porque sabe que se lo van a volver a romper. Y ahora lo busca en todos lados, sale dolorida de algunos pogos pero convencida de que, sin ese dolor, todo lo demás no se disfruta tanto.


Le conté que me habías escrito una canción. Ella me dijo que hay que celebrar cualquier cosa que haya hecho nacer una canción. Yo, al revés, que celebro cualquier cosa que haya nacido de una canción. Nos fundimos en una poética vacía que a nadie le importa.


Agarramos lo que encontramos, un aerosol amarillo a punto de acabarse y algunos marcadores con las puntas gastadas, y pintamos toda la pared. Al dar dos pasos para atrás, lo vemos. Se lee grande y claro: "Nadie puede solo".

Una vez escuché que “no todo texto es autobiográfico, pero tampoco tenemos tanta imaginación”. También que “más útil que tener una musa es haberla perdido”. Cuestión que el tiempo pasa, hay olor, humedad, y sigo sin averiguar si o qué estoy ganando.


Esta no será mi obra maestra.
Vos tampoco.

12 comentarios:

  1. Nunca me canso de leerte, tus mini-historias son lo mejor de este mundo.
    Una pregunta, ¿cómo haces para poner una foto de instagram en la entrada? Quedan muy lindas acompañando a las palabras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias! Lo de las fotos es así: vas a la foto que querés insertar y copiás el código de inserción (si entrás desde la web, la opción está en los tres puntitos al lado de la ventanita para comentar). Listo eso, vas a donde estás por subir tu entrada del blog y ves que todo el cuerpo del texto está en un tab que dice 'texto' (tiene sentido), y al lado hay uno que dice HTML. Vas a ese, buscás a dónde querés la foto y pegás el cód. de inserción de Instagram.
      20 minutos de horno a 180 grados y listo (?)

      Eliminar
  2. voy llorando en un bus, mientras leo esto. gracias por tanto. un saludo desde colombia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ey, qué bueno haber llegado a Colombia :)
      No llores, ver a alguien triste en un colectivo te hace perder un puntito del día.

      Besos.

      Eliminar
  3. Hola julieta, tengo una pregunta. El chico de la historia "Toda la ternura del mundo" es Lucas, el chico de las fotos?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola! No, Lucas es sólo el chico de las fotos y un amigo.
      Es ficción esa historia.
      Beso!

      Eliminar
  4. Leo tu blog hace un tiempo y me gusta mucho, de hecho entro mínimamente una vez por día a actualizarlo y ver si hay algo nuevo.
    De todas formas es la primera vez que me animo a escribirte y quiero contarte lo que me pasó con esta mini historia en particular: Siempre me gusta ponerme en lugar de quien la cuenta para intentar sentir todo lo que le pasa, pero a medida que leía no pude evitar sentirme Malena. Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por leer siempre. Ojalá pudiera actualizar esto una vez por día.
      Besos!

      Eliminar
  5. Soy tu fan para siempre infinito punto rojo.

    ResponderEliminar
  6. Llegué acá (al blog) por leerte en El Gato y La Caja. Llegué acá (a esta entrada) porque cada historia que leía me dejaba con ganas de más. De escribir y de enamorarme. Y de leer más. Dejame disentir sobre el asunto de que este texto no sea tu obra maestra (hasta ahora. Me quedan 5 meses y 4 años por leer).
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias! A mí este cuento me gusta mucho también. Besos y ojalá el tiempo y lo escrito que resta lo disfrutes :)

      Eliminar

Sí / No / Meh