sábado, 6 de agosto de 2016

De campamento

Una foto publicada por Lucas Garcia Molinari (@_lucasgm_) el

No te puedo creer la risa, Victoria. No te la puedo creer. Ni la risa ni la sonrisa ni todas las rimas que puedan dar continuidad poética a esta oración. Soy el varón más afortunadamente frágil del mundo acá. Al lado tuyo. Todas tus temperaturas son vacaciones. Quiero ser el más macho o el más sensible, o las dos cosas para vos. Quiero hacérsela caber a cada tipo que te hizo sufrir pero como mucho no los entiendo, tanto no puedo emprender. 

Con que se quieran morir ya sobra.

Yo no voy a un campamento hace como quince años pero me acuerdo de que, en las canciones de fogón, uno siempre se envalentonaba y cantaba flasheando estadio. El loco con la guitarra nos arengaba a todos y terminábamos tratando de llegar a los agudos más imposibles, con esa cara de dolor grato que se tiene cuando se está dejando el lomo en un momento. Y como la guitarra alentaba el canto, el canto parecía que alimentaba el fuego, y el fuego vivo no pedía un tema más pero nosotros pensábamos que sí porque éramos pibes y mejores amigos y no nos abrazábamos tan seguido. Entonces el de la guitarra arrancaba y nos colgábamos de la última sílaba de alguna palabra que se extendía.

El frío era parte del encanto. Es lo que se dice cuando un factor es re de mierda pero todo el resto está tan bueno que qué carajo importa.

El cagazo solo llegaba cuando caía en que estábamos en el medio de la nada haciendo un escándalo. Nunca hay que ser consciente de lo que se está viviendo porque de un segundo a otro podés pegar un mal viaje.

Pánico al final, al después.

A la mañana siguiente tomábamos mate cocido y pensábamos en qué haríamos durante el día como si nadie hubiese llorado de alegría hacía un par de horas.

Nos íbamos de campamento para querernos mejor. La noche en carpa alrededor del segundo calor del mundo sacaba nuestra versión más traslúcida. El fogón nos dejaba ser los que queríamos ser todo el tiempo y vos, Victoria, con esa risa inocente en la que está todo bien, siempre. Se asoman tus dientes y es como la fumata blanca de eso en lo que creo yo. 

Vos, y ya sé que das mucho más punk que es esto, o más rock o más música, pero sos mi tema de los Enanitos Verdes. Y no quiero que te des cuenta nunca.