miércoles, 9 de septiembre de 2015

Estemos solos juntos


No escuchamos la misma música ni leemos a los mismos autores. Vivís solo y yo con mis viejos. Te gusta andar en bici y yo voy a todos lados a pata o en bondi. A mí se me hizo costumbre el rodete y vos siempre decís que las mujeres deberían usar el pelo suelto, que es más sexy. En realidad yo no escucho música y vos leés poco y nada.

Siempre quiero que estemos solos juntos, vos haciendo tus cosas y yo las mías pero juntos. Vos decís que no usemos mal el tiempo que no nos podemos dedicar, o algo así. Que mejor vernos después.

Veámonos todo el tiempo, todo, se use como se use. Si sos tan lindo vos.

Yo creo en el amor para toda la vida y vos decís que para toda la vida sólo es eso, toda la vida.

A mí me divierten las premiaciones yankis y vos tele no tenés hace ya un par de años. Yo cocino muy salado. Vos le tirás más sal.

Vos podés evitar mirarme cuando me paseo en bombacha y en cambio yo, si estás sin remera, te tatúo en mi retina.

No sé de cine ni vos de moda.

Sos más lindo en la vida real y yo salgo bien en las fotos.

Prestame atención cuando me paseo en bombacha.

No me gusta dormir sola y a vos te da igual. Preferís conmigo, decís, pero te da igual.

Vos porque nunca dormiste con vos. Así cualquiera.

Hace un rato me preguntaron por qué me gustás tanto y no supe contestar. Pero vos igual acordate de mí siempre que pase alguna de estas cosas que no tenemos en común.


(Yo voy a estar acá, queriendo pasar tiempo solos y juntos).

domingo, 6 de septiembre de 2015

Hacerse la película

Esta es la mañana cuarenta y tres que me despierto sin vos. En varias películas vi a personajes anotar cosas en cuadernos sencillos que parecen caros, tomar café solo y solos y casi siempre contra la ventana de un restaurant de esos en los que la camarera se pasea en delantal, con una cafetera y rellena tazas. Esos no existen acá, ¿no? Miran gente pasar y a ver si alguna (no) les hace acordar a ese otro personaje que hoy sos vos.


Me compré un block y una bolsa de 500 grs. Qué sé yo.


Más tarde voy a la psicóloga que me va a preguntar si hice algo para despejarme y yo le voy a decir que sí pero que igual te extraño y quiero verte. Sospecho que estás con una chica pero no se lo voy a contar porque me va a preguntar a raíz de qué y le voy a tener que confesar que entro todos los días a todos tus perfiles y miro todas las cosas. Después le voy a contar a mis amigas que sospecho que estás con una chica y también que se lo oculté a la psicóloga y que, muy didáctica ella, me dijo que para la semana que viene llevara un papel con todo lo que me gustaría decirte, pero.


Me va a insistir con que por algo no funcionamos y debo supurar y seguir. Supurar y seguir. Supurar y seguir. Yo le voy a voy a responder que no soy un grano.


Odio a mi psicóloga. En un tiempo voy a dejar.


Abro el block y escribo como si me estuvieran filmando. Procuro ser prolija y escribir mucho, no importa qué, o sí, pero la cámara no lo toma. Al final escribo poco menos de cuarenta hojas que, para la película, cada una se corresponderá con una mañana en la que desperté y no estabas. Pero nada que ver. Escribo sobre querer tocarte y abrazarte por detrás mientras estás en la computadora. Sobre tus pies enredándose con los míos para calentarlos casi todas las noches. Trato de pensar en por qué no nos damos otra oportunidad y me bloqueo porque, como dijo la psicóloga, tengo que dejar pasar tiempo para acordarme también de todo lo que me lastimaba. "El tiempo hace lo suyo" y yo tengo que hacer lo mío. Escribo sobre eso también.


A la semana siguiente cumplo con su consigna y le llevo una hoja oficio hecha bollito que sólo dice “Ya no quiero llorar por vos".


Eventualmente empiezo a salir con un chico que tiene novia. Creo que puedo hacer que la deje por mí. Me da mucha bola en pocos momentos. Me distrae de vos, el otro personaje del que raramente ahora poco se habla y se sabe. Me gusta sentirlo preocupado por la disyuntiva del triángulo pero en el fondo sé que es de los chicos que disfrutan de eso más de lo que se preocupan y que probablemente no sea tanto un triángulo sino más bien un hexágono. Me siento gustada, igual.


Al final no la deja. A mí sí.


Casi inmediatamente, pongámosle que por la calle paseando a nuestros perros, conozco a Leo. Es tan lindo que ya estoy sufriendo a cuenta para cuando me diga que lo nuestro no va a ningún lado. Suelo hacer eso, es mi manera de llegar en forma a ser ex. Cogemos bien y me saca fotos desnuda. Voy a varias reuniones con sus amigos, estoy cómoda. Un día se aparece con una bolsita de maíz, un vino y un paquete de gomitas azucaradas. Me dice de ver esa serie de lesbianas en la cárcel, que mucha gente se la recomendó.


A los 9 minutos del piloto me agarra un ataque de ansiedad y necesito que se vaya. No sé cómo decírselo y no quiero que esto arruine todo lo lindo que tenemos pero no puedo soportar la situación. No quiero que se vaya. Bah, sí, pero no para siempre. Pero indefinidamente. Tengo tantos peros encima que resuelvo tirarles la copa de vino y entrar a la ducha. Lloro. Siempre lloro en la ducha. Leo abre la puerta y corre la cortina. Viene a cogerme y se encuentra con que soy todo el desastre que tanto había trabajado para ocultarle.


Qué momento del orto. Yo desnuda y llorando. Él desnudo y no entendiendo. La ducha. La tele. El pochoclo que deja de explotar y se va a pegar a la olla pero no puedo pensar en ni hacer nada por eso ahora.


Me envuelve en una toalla y no me pregunta nada después del primer "¿qué pasa?" que no contesto. Sabe de vos y deduce que tenés algo que ver.


Nos tomamos un café cada uno, me calmo. Se acaba la bolsa. Voy a cambiarme y a arreglarme un poco la cara.


Leo agarra el block y lee todo esto. Lee cada cosa que pasó. La psicóloga, su perro, mis fotos suyas, tus fotos mías. Esta palabra. Ésta. Ésta también. Se enoja, entra al cuarto. Me lo muestra, lo tira en la cama y se va. Bueno, lee que va a hacer todo eso y se va. En el medio desespera pero es(t)o ya no lo lee.


Ya hay cuarenta y tres hojas escritas.

En las películas, los personajes siempre vuelven. Tengo mucho que leerte, ¿dónde estás?