martes, 21 de julio de 2015

Como con las novelas

Subimos a mi casa y en el pasillo que conecta la cocina con el cuarto nos empezamos a besar como con los ojos vendados, buscando una boca y mordiendo cada vez que la encontrábamos. Nos agitamos desvistiéndonos de a dos. ¿Viste qué raro? El aire va y viene de cada garganta en piques cortos, como si desabrochar un pantalón o levantar una pollera cansaran lo que una maratón. Sólo se escucha eso, respiraciones agitadas y la sopapa de besos a ciegas.


Llegamos a mi cama, antes de tirarnos dejamos nuestras cosas en el escritorio o ese mueble que hace las veces de escritorio. Yo canté pri no pararme a apagar la luz y vos me mirás así, tratando de definir si soy una pendeja pelotuda o una piba tierna. Espero que la segunda porque me gustás mucho y entonces todo, hasta los tiempos verbales, se me escapa de las manos cuando se trata de vos. Te reíste, te paraste con la camisa desabrochada y nos dejaste a oscuras de nuevo.


Igual, siempre uso ‘canto pri’, no es que.


Volvés y yo estoy sentada y vos me tirás para atrás hasta que quedamos encimados a 180 grados. Tenés la piel calentita, por suerte, porque ese día hacía frío. Me das besos en el cuello y me encantan. Tenía miedo de suspirar de más y que pareciera fingido. No fingido como “ya está, acabé”, fingido como “ay, qué increíble este momento, me hacés sentir como ningún hombre jamás pudo”. Fingido cursi. Para cuando termino de medir eso, la intensidad de mi exhalar, ya me habías sacado la bombacha. Bajás y todo lo que hacés, lo hacés bien. Justo, ni frenético ni en cámara lenta. Yo levanto un poco la cintura para que con tus manos me agarres de la cola, como si quisieras apretar y llevarte lo más adentro mío que puedas.


¿Cuánto tiempo es el tiempo prudente para que pasemos a otra cosa? No sé si quedarme así hasta terminar. Sé que podría. Definitivamente podría. Todo lo que hacés, lo hacés bien.


Me levanto y vos no. Estás concentrado, compenetrado, no te importan los tiempos. Me encantaba. O me encantaba en potencia. Así no se usa ‘en potencia’, pero yo me entiendo.


Finalmente me incorporé del todo y me senté arriba tuyo. Te empecé a besar y a moverme y esto es un tanto difícil. Hacer las dos cosas bien, digo. Intento no clavarte la nariz en el cachete porque a mí cuando chapo no me gusta que me lo hagan. Me corrés gentilmente para pararte a buscar el preservativo que está en tu campera que está en la silla que está a dos pasitos. Te vi caminar desnudo hasta ahí. Bah “caminar”, dos pasitos, pero fue gracioso verte desnudo. No sé por qué. Hay algo de los hombres andando desnudos que me da más gracia que calentura. Con las mujeres creo que no pasa porque qué lindas somos desnudas. Los varones son más gustables con algo, un calzoncillo o una toalla o un jean. No me reí igual, habría sido cualquiera. Pero caminaste dando unos mini brincos, es un caminar que tienen varios.


Volvés y te ponés el preservativo rápido. Pero, en ese ínfimo mientras tanto, ¿qué hago yo? No te puedo dar besos porque te tapo y no sé si acostarme o quedarme sentada. Por suerte ya estás conmigo otra vez. Otra vez tu piel calentita y tus dedos separando en mechones mi pelo. “Qué lindos besos que das” te digo sin pensar. Igual me salió bien, quedó bien. Pero fue medio vomitado.

Yo no te chupé la pija. El pito, me gusta decirle pito a mí. Pero suena más chico que pija y no era chico tu pito. Era más bien pija pero a mí me gusta decirle pito. Pienso que es el pito más lindo del mundo, pero también sé que todos los pitos de los chicos que me gustaron fueron los pitos más lindos del mundo. No te lo chupé pero porque no se dio. Ya sé que es algo que se hace y listo, no es que se da, pero bueno.


La próxima.
Eso.
La próxima.


Te quería decir que cojamos de vuelta porque me pasó como con las novelas. Me fui mentalmente 20 páginas y para cuando volví ya te estabas yendo y me perdí por qué. Cojamos de vuelta que quizás en esa segunda lectura yo entiendo y vos te quedás. Viste que dicen que nunca el mismo libro es el mismo libro. Bah, nada es el mismo nada. Eso. Te quería decir eso.


Es que me gustás mucho y entonces todo se me escapa de las manos cuando se trata de vos.

10 comentarios:

  1. Ay los chicos que dan brincos. Amo a uno de esos y qué lindo todo. Qué real todo el trayecto.

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    1. Hay un montón, ¿viste? Como si tuvieran mini resortitos en la parte de los talones de la zapatilla. Amo.
      Gracias!

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    1. jajajaja es ficción ro, aclaro por si te cruzás a tomar unos mates ahora.

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  4. Me encantó. Tan real, como cada cosa que escribís.
    "Es que me gustás mucho y entonces todo se me escapa de las manos cuando se trata de vos."

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. "Es que me gustás mucho y entonces todo se me escapa de las manos cuando se trata de vos." va a mi cuadernito

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