jueves, 18 de diciembre de 2014

"Todo lo que no quiero para Navidad"

Hoy estuve esperando el colectivo casi media hora. Todo ese tiempo me lo patiné mirando a un chico de veintipocos o menos, sentado, hecho bolita, en puerta de un edificio. Inventé que pensaba esto:

“Para Navidad quiero una novia hermosa. Una que no pueda reírse sin hacer un escándalo, que haya usado cartuchera de lata en la primaria, que salga sin corpiño sabiendo que la van a mirar. Y que le guste. Quiero lidiar con el problema de hombres buscones. Y que me elija la ropa. Por eso no quiero ropa.
Buscarle el parecido con alguna estrella de Hollywood. No encontrarlo. Que no sea canchera, que no le diga ‘laburo’ al trabajo ni ‘vieja’ a su mamá. Que no entienda los chistes a tiempo. Flaca, alta, amiga de mis amigos, de los suyos, más cómoda de día que de noche.
Quiero una novia a la que no le pueda terminar de demostrar nunca lo loco que estoy por ella para que no se espante. Que me diga ‘te amo’ pocas veces. Cuando le compro caramelos, por ejemplo, o cuando soy yo el que se para a apagar la luz. Las suficientes. Que no le moleste no saber. Que pregunte.
Que sea tan hermosa que mirarla duela. Que se emocione de más y con poco. Que sepa contar historias. Por eso no quiero un libro.
Fanática de las hamburguesas y la ensalada de tomate, lechuga y cebolla. Que, de poder elegir, elija estar parada a sentada. Que guiñe un sólo ojo y con dificultad. Que se toque mucho el pelo. Una novia que no se coma las uñas pero tampoco se las pinte seguido. De la banda del invierno. Por eso no quiero un ventilador de pie. Tampoco una malla.
Además, quiero que le guste coger pero no necesite hablar ni hacer chistes al respecto. Que le guste entre y para nosotros. Que sea algo muy nuestro.
Que sepa tomar pero no fumar. Que cuando se fastidie prefiera dormirlo que llorarlo. Por eso no quiero un pañuelo refinado, de varón.
Que me haga falta días enteros. Que me dé tiempo de extrañarla. Que viva en un eterno querer aprender piano o guitarra y nunca lo haga.
Una novia de esas que la gente piensa que no hay, que no existen, o que están ‘tomadas’; pero que seguro haya cientos y quizá ella está sola y esperando a que se hagan las 12 para pasar Navidad juntos. Una novia hermosa, bah.”

Cuando me subí, mientras me hacía lugar al fondo, ví que se abría la puerta del edificio. El chico se dio vuelta. Yo me fui.

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